El Gobierno británico ha pedido perdón por el trato «horroso», «completamente injusto» e «inhumano» dado al brillante matemático Alan Turing en los años 50 a raíz de su homosexualidad. Con un disculpa colgada en la página web de Downing Street, Gordon Brown respondía a la demanda de perdón solicitada por una campaña que han firmado 30.805 personas.
La campaña acusaba a las autoridades británicas de haber criminalizado y empujado a la muerte a Turing, uno de los padres de la ciencia de la computación. Precusor de la informática moderna, tuvo un papel decisivo en descifrar los códigos nazis, particularmente los de la máquina Enigma, ideó la «máquina de Turing», un modelo computacional, y a él se debe la «prueba de Turing» sobre inteligencia artificial.
«Sin su destacada contribución, la historia de la Guerra Mundial podría haber sido muy diferente. El deber de gratitud que merece hace todavía más horroso que fuera tratado tan inhumanamente», dice Brown, quien recuerda que Turing fue condenado en 1952 por «gran indecencia», al admitir relaciones homosexuales, y que «su sentencia -tuvo que elegir entre ella o la prisión- fue la castración química mediante una serie de inyecciones de hormonas femeninas». «Te pedimos perdón, te merecías algo mucho mejor», declara el texto de Downing Street.
Suicidio o asesinato
Se da por sentado que el científico se suicidó, tal como constó en el veredicto oficial, aunque algunas hipótesis hablan de asesinato o suicidio forzado tras el que se encontrarían los servicios secretos, temorosos de que la homosexualidad de Turing fuera una debilidad susceptible de chantajes.
La increíble carrera de Turing quedó truncada en 1951, cuando a sus 39 años se encontraba en la madurez profesional. En esa época, el matemático trabajaba en la Universidad de Manchester y pasó varias noches con Arnold Murray, un obrero de 19 años. Murray mantenía relaciones sexuales con diferentes hombres, cuyas casas eran desvalijadas por un ladrón que estaba al tanto de las citas. Los robos se hacían durante las noches en que el inquilino se ausentaba para dormir con Murray, con la convicción de que nadie denunciaría el robo por temor a que se conociera la secreta homosexualidad.
Turing también fue robado. En lugar de guardar silencio acudió a la Policía y tuvo que admitir haber mantenido relaciones homosexuales. Celebrado el juicio, fue condenado por «indecencia». Para evitar la condena por un delito que normalmente estaba penado con dos años de cárcel, aceptó someterse a un tratamiento hormonal destinado a reducir la lábido.
La castración química hizo que le crecieran los pechos y se descompensara su atlética figura. Se le prohibió viajar a Estados Unidos, lo que limitaba su actividad y proyección como científico, y su reputación se derrumbó por la publicidad que se dio al caso.
Noticia publicada en ABC News (Reino Unido)