El "Deep Flight Super Falcon", de la fábrica del ingeniero estadounidense Graham Hawkes, tiene poco en común con un submarino habitual. Después de 20 años de desarrollo, el constructor californiano presentó el modelo en la Academia de las Ciencias de California en San Francisco.
En su opinión, se trata de un aparato único que iniciará una nueva era en la investigación de las profundidades marinas. La veloz máquina con unas pequeñas alas, motor a propulsión y dos cabinas transparentes para piloto y acompañante, puede sumergirse a hasta 500 metros de profundidad.
Bajo su cubierta ligera pero extremadamente resistente a la presión hay baterías de litio y comandos que permiten hasta ocho horas de viajes submarinos.
El biólogo marino y experto en tiburones John McCosker, del Acuario Steinhart de San Francisco, será el primero en probar este verano (boreal) el submarino en la costa californiana frente a Monterrey. "Con él se puede volar relativamente barato por los mares y recorrer grandes trechos en comparación con otros submarinos que se parecen a burdos y ruidosos carros de golf bajo el agua, de los que los animales marinos salían huyendo", señaló a dpa.
McCosker espera ahora que el "Super Falcon", que puede girar 360 grados, sirva para observar mejor a sus objetos de estudio. "Podemos nadar junto a una ballena o un tiburón o quizás seguir a un enorme calamar que no se sienta molestado por nuestra presencia", dijo.
Hawkes, presidente de la empresa Hawkes Ocean Technologies, ha diseñado más del 70 por ciento de todos los minisubmarinos que existen en el mundo para la investigación y la industria. Estableció además el récord de inmersión en solitario, con un "Deep Rover" que llegó a los mil metros.
Por encargo del aventurero estadounidense Steve Fossett desarrolló el submarino "Deep Flight Challenge", con el que quería investigar la fosa más profunda del océano, en el Pacífico occidental, que tiene 11.000 metros de profundidad. En el simulador el aparato aguantó la enorme presión, pero tras el accidente de avión en el que Fossett murió en septiembre de 2007 el proyecto fue suspendido.
Hawkes elogia también las características ecológicas de su nuevo invento, que sólo emite un mínimo de luz, ruidos y radiación eléctrica. "Los animales huirían, como ocurre con otros submarinos, si los bombardeáramos con luz", explica el ingeniero.
"En nuestros viajes de prueba estábamos rodeados de mantarrayas, tiburones y cardúmenes a los que no molestábamos". Hawkes trabaja ya con la oficina estadounidense de oceanografía NOAA, que quiere usar su "Super Falcon", de 1,5 millones de dólares.
La directora de zonas marinas protegidas del NOAA, Maria Brown, cree que al margen de las cuestiones científicas, el submarino permitirá llevar a políticos, legisladores y periodistas a regiones profundas hasta ahora inalcanzables para que entiendan mejor lo que se quiere proteger.
El minisubmarino, de sólo 1.800 kilos y que llega a una velocidad de seis nudos, ya ha sido comprado por el millonario y navegante californiano Tom Perkins. Hawkes confía en que habrá encargos de otros aventureros con capacidad de pago que reciban formación en su escuela de "vuelo submarino".
Noticia publicada en DERF (Argentina)