La necesidad de simuladores del regolito lunar es tan acuciante, que el Centro Marshall de Vuelo Espacial de la NASA en Huntsville, Alabama, en colaboración con el Centro Espacial Johnson, será el anfitrión de un taller de trabajo sobre el asunto del 24 al 26 de enero.
Se espera que ese encuentro en Marshall el año próximo decida sobre los requisitos para la provisión, producción y distribución de análogos del regolito lunar para ayudar a dominar las tecnologías de utilización de recursos espaciales.
Otra idea que ha sido expresada es liberar para la experimentación más cantidades de las muestras lunares de Apolo. Una porción de esos especimenes, traídos a la tierra por los caminantes lunares, ya se ha agotado desde el punto de vista científico, dijo Duke, de la Escuela de Minas.
Duke es también un antiguo curador de la NASA para las muestras traídas por Apolo a nuestro planeta de rocas y regolito lunares. “Y si vamos a ir allá nuevamente y conseguir más, se podría hacer un trabajo mejor de selección la próxima vez”, agregó.
Duke es el investigador principal de Moonrise, un candidato para el proyecto Nuevas Fronteras de la NASA que podría hacer descender dos módulos idénticos cerca del polo sur de la Luna.
Si es aprobado por la NASA el próximo año, la meta es traer de regreso a la Tierra algo más de dos kilogramos de materiales lunares de una región de la superficie de nuestro satélite que se cree guarda materiales del manto lunar.
Parada de reabastecimiento
Uno de los retos principales para los esfuerzos de la Tecnología de Operaciones de Superficie Lunares y Planetarias de la NASA es validar (o invalidar) para 2011 los sistemas del concepto de nivel de sistemas de ISRU, especialmente para la producción de oxígeno y propelentes a partir de los recursos lunares.
La Luna puede llegar a ser, literalmente, una “parada de reabastecimiento de propelentes”.
Por ejemplo, los cráteres permanentemente en sombras de los polos norte y sur de la Luna, podrían servir como trampas frías para las moléculas de hielo llegadas a nuestro satélite a través de los impactos cometarios.
Dos naves estadounidenses que orbitan la Luna, el Lunar Prospector de la NASA y la sonda Clementine del Pentágono, han proporcionado datos que han sugerido a algunos científicos que podría haber guardadas ciertas cantidades de hielo lunar en cráteres que nunca ven al Sol.
“Hay creyentes y hay no-creyentes”, dijo Ben Bussey, científico de plantilla del Grupo de Exploración Planetaria del Laboratorio de Física Aplicada en la Universidad John Hopkins, en Laurel, Maryland. “Y no hay nada en los datos actuales que vaya a cambiar las mentes de la gente en este asunto”, agregó.
Bussey dijo que el hielo es un recurso importante y que vale la pena gastar algún dinero “para lograr que esta cuestión quede resuelta, de una forma u otra”. Hay grandes regiones oscuras en ambos polos lunares, dijo, “que representan lugares potenciales de depósitos de hielo”.
La nave europea SMART-1 ha sido capturada en una órbita lunar a mediados del mes de noviembre. Otras naves de la India, Japón, y China, así como el Orbitador de Reconocimiento Lunar de la NASA, la seguirán en los próximos años y ayudarán a definir el asunto del hielo, así como otras cuestiones sobre los recursos lunares.
Opciones abiertas
La noción de que los cometas llovieron sobre la Luna debería también significar que las zonas lunares que están continuamente en sombras deberían contener algo más que simplemente agua.
Robert Wegeng, el director en funciones de la NASA para el programa de maduración de tecnología en la Oficina de Sistemas de Exploración, dijo que también deberían estar presentes ciertas cantidades de amoníaco, metano, bióxido de carbono y de otros materiales. “Estaría encantado si sucede que allí hay mucho más que agua”, dijo.
Aún si el agua no estuviera presente, “no creo que eso signifique una pérdida”, dijo Wegeng. La mayor parte de la ventaja proviene de la producción de oxígeno, no de la de hidrógeno, afirmó. El oxígeno es un recurso abundante en la Luna, que puede ser extraído para las necesidades de soporte de vida y como un oxidante de propelente para los vehículos espaciales y de superficie.
El precio de exportar todo el oxígeno necesario desde la Tierra hacia una base lunar es lo suficientemente alto como para asegurar una investigación seria sobre el oxígeno de la Luna.
“Para mí, esto implica en este momento un ataque por dos flancos. Tenemos que mantener abiertas nuestras opciones”, aconsejó Wegeng.
El momento de la decisión
Recientemente, la NASA ha bocetado un trío de diseños referenciales para misiones tripuladas a la Luna: una única estadía corta, de 7 días de duración, cerca del ecuador lunar; múltiples misiones de corta estadía, pero con tripulaciones que tengan acceso a otros lugares; y un escenario donde los exploradores permanezcan en nuestro satélite por períodos cortos y medianos en una única área, preferiblemente en uno de los polos lunares.
Sin embargo, todavía queda por definir la forma en que ISRU será mejor incorporado a cualquier asentamiento lunar, y cuáles de las lecciones aprendidas serían aplicables a un futuro viaje tripulado a Marte.
Una posibilidad que va ganando apoyo es el descenso en la Luna de una nave robótica equipada con varios tipos de experimentos ISRU. Quizás ya esté asegurada una campaña para vuelos de investigación ISRU.
El oxígeno podría ser liberado por un equipo de procesamiento lunar. Quizás podría idearse una célula solar de silicio, o un trozo de escudo de radiación. ¿Y quizás hasta un transporte que vuele sobre el paisaje de cráteres impulsado por un propelente hecho en la Luna?.
Cualquiera que sea el ejemplo a mostrar, para los impulsores de ISRU ha llegado el momento de la decisión.