Lo dice Ronald Garan, astronauta con unos cuantos meses de recorrido espacial, aunque lo que cuenta todavía suene a ciencia ficción.
"Desde mi punto de vista personal, para viajar más lejos de la Luna hemos de explorar todavía más este satélite. Si podemos establecer allí una base de operaciones que proporcione energía y logística será un gran beneficio para realizar misiones más allá de la órbita terrestre. Si somos capaces de establecer instalaciones, de construir una infraestructura en la Luna se facilitarán los lanzamientos con destino a un asteroide o a Marte, porque estos despegues sacan mayor provecho de la gravedad lunar que de la de la Tierra. Pienso que se nos abren muchas más posibilidades si allá conseguimos manufacturar piezas".
De momento, la política aeroespacial diseñada por la Administración de Barack Obama descarta el regreso al satélite conquistado en julio de 1969. Al menos con dinero público, una vez que dio carpetazo al programa Constelation de George W. Bush, en el que marcaba el 2020 como fecha para el regreso. Otra cosa es lo que haga la iniciativa privada, a la que se han abierto las puertas a esta industria hasta ahora tan excluyente.
La ambición del presidente de Estados Unidos consiste en ir más allá, a un asteroide en el 2025 y al planeta rojo a partir de los años treinta de este siglo XXI. La formulación retórica, que choca con el grave inconveniente del frenazo económico, de efecto retardante, no resulta más marciana de lo que creerían los contemporáneos de Julio Verne, en 1865, cuando publicó su De la Tierra a la Luna. O de lo que aún significaría el alunizaje en los años cuarenta de la pasada centuria.
Entonces no se disponía de los medios tecnológicos. Hoy, sí, o no parecen de logro imposible. Sólo falla la financiación.
Sin embargo, pese a los recortes, al cierre del programa de transbordadores –el pasado julio– o de que el diseño para visitar nuevos horizontes sea inconcreto, la NASA, la agencia espacial estadounidense, ha empezado a poner los cimientos que hagan de la ficción una realidad.
"Si sueñas con unirte al cuerpo de astronautas, ahora tienes la oportunidad de hacerlo. La NASA continúa su programa de exploración espacial que incluye misiones que vayan más allá de la órbita baja de la Tierra".
Así se explica en la oferta laboral que busca incorporar de nueve a quince aspirantes a partir del 2013, cuando iniciarán el periodo de formación. El plazo acaba el próximo 27 de enero y los candidatos han de ser ciudadanos de Estados Unidos, mayores de edad, que por lo habitual se sitúan entre los 26 y los 40. Lo que se busca son titulados superiores en Ingeniería, Biología, Física o Matemáticas, además de tres años de experiencia laboral.
Los aspirantes han de tener una estatura comprendida entre 1,57 y 1,90 metros, una presión sanguínea que no exceda de 140/90 mm Hg (milímetros de mercurio) y una visión perfecta. El salario oscila de 64.724 dólares anuales a 141.715.
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