Científicos de la Universidad de Yale, en Estados Unidos, en colaboración con investigadores del Parque Nacional Galápagos (PNG) hallaron indicios genéticos de Chelenoidis elephantopus, una especie de quelonios que se había declarado extinta en la Isla Floreana hace más de 150 años.
El hallazgo tuvo lugar mientras los científicos estudiaban la población de tortugas del volcán Wolf, en la Isla Isabela, la más grande de este archipiélago ecuatoriano.
El estudio tenía como fin tomar muestras de sangre de tortugas en busca de individuos puros o híbridos que poseyeran genes de una especie de la Isla Pinta, de la cual sobrevive un sólo ejemplar conocido como "El solitario Jorge".
Cuando analizaban las muestras de más de 1.600 tortugas, los científicos se sorprendieron al encontrar más de 80 tortugas híbridas con genes de la especie que se creía extinta.
Treinta de los híbridos tienen sólo 15 años de edad, por lo que es probable que sus progenitores aún se encuentren con vida. Estas tortugas gigantes pueden vivir más de cien años.
Madres y padres originarios
"Considerando las características genéticas de los híbridos, nuestros cálculos señalan que debe haber unos cuantos C. elephantopus progenitores", dijo a la BBC Gisella Caccone, del Departamento de Ecología y Biología Evolutiva de la Universidad de Yale. "Y teniendo en cuenta la diversidad genética de los híbridos, creemos que el número de C. elephantopus sería de alrededor de 38".
El grupo parece incluir tanto machos como hembras porque algunos de los híbridos llevan ADN mitocondrial de la especie que se creía extinta que sólo pueden heredar de sus madres.
El hallazgo de "individuos híbridos con altos contenidos de genes del linaje de Floreana nos hace suponer que probablemente existen algunos padres originarios" de dicha especie "en algún lugar de volcán Wolf"", explicó por su parte Washington Tapia, responsable del Departamento de Conservación y Desarrollo Sustentable del PNG.
"Ahora estamos analizando la posibilidad de iniciar un programa de crianza en cautiverio para revivir la especie y repoblar Floreana con tortugas propias de dicha isla", agregó Tapia.
Aguja en un pajar
Las tortugas gigantes pueden pesar hasta cerca de media tonelada y podría pensarse que las elusivas C. elephantopusson fáciles de encontrar. Pero la realidad es todo lo contrario, según Caccone.
"La topografía del volcán Wolf no facilita la búsqueda. La vegetación es espesa con muchos escondites y se necesita experiencia para reconocer desde lejos el brillo de los caparazones", dijo la científica de Yale a la BBC.
"Lo que nos llama mucho la atención es que nadie sabe cuál es exactamente la población de tortugas en el volcán Wolf. Nosotros teníamos un equipo de 40 personas y tuvimos que dejar de tomar muestras cuando se nos acabaron las provisiones".
Los más de 1.600 quelonios de los que se obtuvieron muestras sanguíneas podrían ser apenas una pequeña fracción de la población total, lo que deja en evidencia el papel clave de estos animales en los ecosistemas de las islas.
Balleneros
¿Cómo llegaron las tortugas gigantes al volcán Wolf?
De acuerdo a Tapia, hay evidencia documental de que balleneros y piratas llevaban tortugas en sus barcos y las trasladaban por diferentes islas como fuente de alimentación. Las tortugas eran consideradas ideales para esos viajes porque pueden pasar meses sin necesidad de alimentarse.
Los balleneros, según se cree, usaban algunas áreas frente al volcán Wolf como sitios de descanso. Es probable que muchas tortugas de otras islas fueran abandonas en este sitio, que acabó reuniendo individuos de especies diferentes.
En las Islas Galápagos existían originalmente catorce especies de tortugas terrestres gigantes. Dos de ellas, de las islas Floreana y Santa Fe, desaparecieron por "depredación humana" y una tercera, en Fernandina, por erupciones volcánicas.
Las otras once especies están repartidas en todo el archipiélago y, según Tapia, sus poblaciones se han recuperado por los programas de crianza en cautiverio del PNG.
Las diferencias entres las especies de tortugas en las islas fueron observadas por Charles Darwin en el siglo XIX y contribuyeron a la elaboración posterior de la teoría de la evolución a través de la selección natural.
El archipiélago de Galápagos, situado a unos mil kilómetros de la costa continental de Ecuador, abarca una reserva marina y terrestre de 132.000 kilómetros cuadrados, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad por el organismo de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura, UNESCO.
Noticia publicada en El Nacional (Colombia)