Según nos dice la física, el Big Bang fue un proceso cuántico que, en el comienzo del universo, generó las llamadas fluctuaciones cuánticas, un fenómeno físico que se produce a nivel atómico y que consiste en el movimiento de las partículas cuánticas (subatómicas).
Durante la expansión o inflación del cosmos, estas fluctuaciones quedaron “congeladas”, lo que propició la aparición de una serie de condiciones físicas iniciales distintas, en diversas partes del universo.
Por tanto, puesto que cada una de estas partes o regiones presentaría un conjunto distinto de leyes de la física de baja energía, podrían ser consideradas como universos diferentes.
Lo que Linde y Vanchurin han calculado es cuántos de estos universos podrían haber surgido. En concreto, los científicos afirman que el número de ellos sería proporcional al de los efectos causados por las perturbaciones iniciales, durante un proceso denominado de inflación de rotación lenta.
El modelo de inflación de rotación lenta o de nueva inflación fue ideado, anteriormente, por el propio Linde y otros colaboradores (Andreas Albrecth y Paul Steindhardt), y con él se mostró ya que la inflación del cosmos no habría producido un universo perfectamente simétrico, sino que en el inicio se habrían generado débiles fluctuaciones cuánticas, que a su vez habrían producido las semillas de todas las estructuras de la realidad física posterior.
Un número inmenso de universos
Aplicando algunas reglas lógicas de cálculo, los científicos han establecido que, al menos, se debieron generar 10"10"10"7 universos en el multiverso, un número extremadamente grande. A pesar de dar esta cifra, Linde y Vanchurin aseguran que la determinación del número de universos en el multiverso está sometida a dos importantes limitaciones.
En primer lugar, hay que tener en cuenta la llamada Frontera Bekenstein, que establece que la cantidad de información (entropía y, en consecuencia, masa) de un determinado volumen del espacio es limitada. Esto es, que por más universos que se puedan encontrar siempre existiría un límite marcado por dicha frontera. En segundo lugar, se deben tener en consideración las limitaciones del observador que realiza las mediciones, puesto que éste está condicionado por los límites de su propio cerebro.
Linde y Vanchurin afirman que la cantidad total de información que puede absorber un individuo durante toda su vida es de unos 10"16 bits y que un cerebro humano típico “sólo” puede alcanzar 10"10"16 configuraciones y, por lo tanto, nunca será capaz de distinguir más que esa cantidad de universos diferentes. Esta cifra, aunque sorprendente, resulta pequeña al lado de la hipotética cifra propuesta por los físicos para definir la cantidad de universos presentes en el multiverso.
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