Este importante avance, divulgado la semana pasado en la revista científica PLoS ONE, abre la puerta a diversas posibilidades de investigación que podrían ayudar a mejorar la conservación y la administración de los recursos pesqueros.
El dispositivo en cuestión registra la ubicación precisa de los satélites del Sistema de Posicionamiento Global (GPS) cada vez que la antena se dirige hacia la superficie del agua. Los satélites envían entonces los datos sin procesar a los ordenadores, permitiendo a los investigadores calcular la ubicación exacta de cada registro. Con este método nuevo, los científicos ya no necesitan recoger la etiqueta original, informa Planet Earth.
“Se trata del desarrollo tecnológico más apasionante”, dice el profesor David Sims, de la Asociación de Biología Marina, que investiga la ecología y el comportamiento migratorio de los depredadores marinos. “El rastreo por GPS abrirá un campo de investigación inmenso y nos permitirá aprender muchas cosas nuevas sobre cómo se mueven los peces en los océanos”, agrega.
El hecho de comprender cómo viajan los animales marinos, conocer sus rutas migratorias y cuánto tiempo permanecen en diferentes lugares permitirá mejorar los esfuerzos para su conservación. “No podemos administrar las pesquerías de manera adecuada si no sabemos dónde están las especies comerciales como el atún o los tiburones”, explica Sims.
El grupo de investigadores que participa en el experimento colocó el dispositivo en tres peces luna (Mola mola) capturados en el golfo de Cádiz. Si bien dos de estos peces dejaron de transmitir datos un tiempo después, el tercer dispositivo permaneció activo durante casi tres meses. Estos peces se alimentan principalmente de medusas y pasan mucho tiempo cerca de la superficie, aunque se los puede encontrar a una profundidad de hasta 600 metros.
El dispositivo utilizado demostró que el pez luna se trasladó a aguas más cálidas a medida que avanzaba el invierno, tal como se esperaba. Pero los científicos descubrieron que la ruta sur que seguían no era directa: se detuvieron varias veces durante el trayecto, posiblemente para descansar y alimentarse. “Nunca hubiésemos sabido de este patrón de movimiento con los métodos antiguos de rastreo de peces”, subraya Sims.
Los investigadores utilizaron un palangre de 1,5 metros de largo para colocar el dispositivo de 14 centímetros en los peces luna. Ahora pretenden mejorar la tecnología para llegar a un diseño más pequeño y más eficiente, que posibilite la adhesión de los dispositivos a las escamas de los peces.
“[Con el tiempo], podremos rastrear especies de peces más pequeños o incluso juveniles -pronostica Sims-. [Por ejemplo], todavía no sabemos dónde permanecen la mayor parte del tiempo los juveniles de tiburón y comprender su comportamiento es importante para la conservación de la especie, dado que se está registrando una disminución de muchas especies de pelágicos”.
Noticia publicada en FIS (Argentina)