El uso de esta radiación como un súper microscopio permite realizar cientos de hallazgos cada año con el Facilitador de Investigación con Sincrotrones de Europa, mejor conocido como ESRF por sus siglas en inglés (European Synchrotron Radiation Facility).
Aquí, los rayos X viajan a lo largo de un anillo de 844 metros de diámetro y se concentran al tamaño de un cabello humano para permitir observar el acomodamiento atómico de todo tipo de estructuras: desde proteínas, virus, genomas, hasta materiales superconductores y fósiles.
Estos estudios han posibilitado el desarrollo de nuevos fármacos, el mejoramiento de celdas fotovoltaicas y polímeros y una mejor comprensión de la historia de la Tierra, la evolución de los organismos y el origen de las enfermedades.
Las fuentes de radiación de sincrotrones revelan información invaluable a los científicos. Tal es su relevancia que existen 50 instalaciones de este tipo; el ESRF es uno de los 3 más potentes del mundo. Esta luz permite ver los átomos gracias a que es producida en una onda de longitud mucho más corta que la visible.
Sean McSweeney, coordinador del grupo de Biología Estructural del ESRF, explica algunas aplicaciones en esta rama. "Aquí tratamos de entender las proteínas, los mecanismos que permiten al cuerpo hacer cosas. Hacemos esto por dos razones: entender mejor cómo trabaja la biología, y entender qué pasa durante las enfermedades, de manera que podamos contribuir a curarlas.
"Al final tenemos imágenes que son representaciones simples de las estructuras de las proteínas. La física nos permite contestar preguntas biológicas".
La cuarta parte del tiempo de uso del laboratorio de McSweeney corresponde a la industria farmacéutica, que busca analizar el ensamblaje de las moléculas que permiten el funcionamiento de las sustancias. Para obtener la estructura tridimensional de una proteína, dice el investigador inglés, se requieren 5 años de trabajo en promedio.
Noticia publicada en Periódico Digital (México)