Los científicos esperan que su hallazgo pueda ayudar al desarrollo de una vacuna contra la enfermedad que afecta a unas 12 millones de personas en el mundo cada año, principalmente en países tropicales y subtropicales.
La leishmaniasis se transmite por la picadura de un mosquito infectado y puede causar desde desfiguración, provocada por dolorosas úlceras cutáneas, hasta casos severos de infección en los que se presenta inflamación de órganos internos. Actualmente no hay una vacuna que proteja contra la enfermedad y aunque existen tratamientos no siempre son efectivos ni están disponibles en las áreas donde más se necesitan.
Tapón de gel
Los parásitos de leishmania se propagan en el estómago de los mosquitos hembra del género de los Phlebotomus. Allí, el parásito produce un gel que se convierte en una especie de "tapón" con el cual puede bloquear el sistema digestivo del insecto. Cuando el mosquito infectado pica a un humano escupe este tapón que entra en la piel junto con el parásito.
En el nuevo estudio -llevado a cabo con ratones- los científicos descubrieron que el tapón actúa atrayendo a las células inmunes -llamadas macrófagos- hacia el sitio de la picadura. La función de los macrófagos en matar a los patógenos que invaden al organismo comiéndoselos. Pero el gen evita que los macrófagos devoren al parásito y en lugar de esto lo alimentan. Esto ocurre en los primeros días de la infección lo cual permite a los parásitos establecerse e infectar la piel del huésped.
Tal como señala el doctor Matthew Rogers, quien dirigió el estudio, las investigaciones previas no habían logrado explicar cómo ocurre la infección de leishmaniasis porque se había inyectado a los parásitos directamente en el tejido sin incluir el tapón de gel. "Nuestra investigación demuestra que los parásitos de leishmania son extremadamente astutos" afirma el científico. "Crean su propio gel para controlar al sistema inmune humano y establecer una infección cutánea efectiva", agrega.
Noticia completa en BBC News (Reino Unido)