"A juzgar por todo, la colisión no fue frontal, sino que los satélites simplemente se rozaron, pues prácticamente no sufrieron daños y tras el choque se mantuvieron en una órbita estable, aunque distinta a la inicial", dijo el experto.
La fuente no descartó que las baterías solares u otros elementos de ambos satélites se hayan enganchado, pero subrayó que, en cualquier caso, el número de fragmentos como resultado de la colisión debe ser "considerablemente inferior" al anunciado.
Según fuentes oficiales, medios rusos de observación del espacio cósmico detectaron y siguen el movimiento de 38 grandes fragmentos resultantes de la colisión, si bien la NASA estadounidense dio cuenta de la formación de unos 600 fragmentos. Al tiempo, el experto ruso en asuntos espaciales Ígor Lísov subrayó que el mando estratégico de Estados Unidos todavía no ha incluido esos fragmentos en su catálogo de objetos cósmicos.
La colisión se produjo el pasado día 10 entre un aparato espacial norteamericano Iridium-33 y un satélite militar ruso Cosmos-2251, éste último fuera de funcionamiento, a una altura de unos 800 kilómetros sobre Siberia. Como consecuencia del choque, los fragmentos de los aparatos se dispersaron a una altura de entre 500 y 1.300 kilómetros, según fuentes rusas.
Varios medios estadounidenses informaron hoy de extrañas "bolas de fuego" cuya caída fue detectada en Texas (EEUU), lo que motivo conjeturas sobre que fueran fragmentos de los satélites. Sin embargo, expertos rusos consultados por Interfax lo consideraron improbable y opinaron que en EEUU ha caído un meteorito.
Notici9a publicada en ABC (Paraguay)