El cohete Taurus XL, que había partido a las 9.55 GMT (10.55 en España) de la Base Vandenberg de la Fuerza Aérea, en California, llevando a cargo al Observatorio Orbitador de Carbono (OCO por su sigla en inglés), cayó pocos minutos más tarde, presumiblemente en el océano Pacífico cerca de la Antártida, según la NASA.
"Los revestimientos de protección que envolvían al satélite como las dos conchas de una almeja no se separaron apropiadamente y eso, aparentemente, causó el fallo de la misión", ha manifestado en una rueda de prensa Chuck Dovale, director de lanzamientos de la NASA.
El OCO, resultado de casi una década de diseño, desarrollo y construcción, debía haber alcanzado una órbita casi polar sincrónica del Sol a unos 705 kilómetros de la Tierra, para recolectar mediciones globales precisas de los niveles de dióxido de carbono en la atmósfera.
Comprensión de los procesos naturales
Los científicos debían usar esa información para mejorar la comprensión de los procesos naturales y las actividades humanas que regulan la abundancia y distribución de este gas que contribuye al calentamiento atmosférico global.
"Todo nuestro equipo, a nivel muy personal, está tremendamente decepcionado", ha declarado John Brunsschyler, director de programa del Taurus XL. "Es un golpe duro", ha remachado.
El OCO, de 441 kilos, era el primer satélite de la NASA construido específicamente para la medición de los niveles de dióxido de carbono, y llevaba un espectrómetro de tres canales que habrían permitido la elaboración de mapas detallados de la distribución de ese gas.
Los científicos calculan que el uso de combustibles fósiles y otras actividades humanas emiten, cada año, 8.000 millones de toneladas de dióxido de carbono hacia la atmósfera, pero se necesitan más estudios para determinar en qué forma la vegetación procesa ese gas y cómo los fenómenos meteorológicos afectan su distribución.
Noticia completa en El Periódico de Cataluñ (España)