Según un estudio elaborado por la American Academy of Sleep Medicine, la genética es el factor más importante para explicar cómo los desórdenes del sueño pueden desencadenar una posterior depresión en los más pequeños. La investigación también selaka que conforme crecen los menores, los factores ambientales cobran importancia.
La autora principal, Alice M. Gregory, profesora del departamento de psicología del Goldsmiths College de Londres, señala que el resultado más sorprendente de este estudio son las depresiones a distintas edades como consecuencia de los desórdenes de sueño. Los resultados del estudio indican que la estabilidad de los problemas de sueño se deben fundamentalmente a factores genéticos (el 46% de los problemas genéticos del sueño a los 10 años eran los mismos que a los ocho años). Asimismo este estudio concluye que los factores ambientales no compartidos cobran más importancia en esta relación conforme aumenta la edad de los niños.
"En estudios anteriores, se muestran que los genes son el factor más importante para explicar la asociación entre los problemas de sueño y la depresión a los ocho años", explica Gregory en un estudio publicado en "Sleep" y recogido por otr/press. "Sin embargo, cuando examinamos esta cuestión a los diez años, encontramos que los genes son menos importantes y han cobrado relevancia las influencias del medio ambiente", añade el investigador, al señalar que esto podría ser debido a que las experiencias con el medio ambiente son cada vez más relevantes conforme los niños crecen y, por atnto, podrían desempeñar cada vez un papel más importante en la relación entre los problemas de sueño y la depresión.
Para demostrar la mayor importancia de los factores ambientales no compartidos, los investigadores recolectaron datos de 300 pares de gemelos nacidos en Inglaterra y Gales entre 1994 y 1996. A los siete años se les midió el nivel de ansiedad madiante informes paternos y el Anxiety Related Behaviors Questionnarie (ARBQ), que refleja comportamientos relacionados con la ansiedad en los más pequeños, incluyendo estados de angustia, timidez, inhibición y temores. Un total de 247 pares de gemelos mostraron altos niveles de ansiedad.
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