"Es un gran descubrimiento. Es la primera vez que hemos visto una fuente de rayos cósmicos acelerados que sobresalen del trasfondo galaxial", declaró John Wefel, de la Universidad de Luisiana.
Por rayos cósmicos se entienden partículas elementales que llegan a la Tierra desde el espacio y cuya energía elevada es resultado de gran velocidad, comparable a la de la luz. Según algunas hipótesis, son las explosiones de supernovas y otros fenómenos similares lo que les atribuye semejante aceleración.
Wefel y otros científicos de EEUU, Alemania, China y Rusia estudiaron los rayos cósmicos con la ayuda de globos sonda lanzados a la estratosfera sobre la Antártida. Un sensor especial, ATIC, por la sigla en inglés de Advanced Thin Ionization Calorimeter, permitió detectar en ellos no solamente la mezcla habitual de iones y protones sino también un exceso de electrones de alta energía.
El investigador comparó esta situación con la de una decena de lujosos Lamborghini apareciendo repentinamente entre la multitud de coches comunes y corrientes. "Nadie se espera ver en la carretera tantos deportivos a la vez, ni tantos electrones de alta energía en rayos cósmicos", confesó.
Durante cinco semanas de observación, en 2000 y 2003, el ATIC registró 70 electrones cuya energía variaba entre 300 y 800 gigaelectronvoltios.
"Los electrones de rayos cósmicos pierden energía mientras viajan a través de la galaxia", recordó Jim Adams, del Centro de Vuelos Espaciales Marshall que la NASA tiene en Huntsville, Alabama.
Su fuente, por tanto, ha de estar relativamente cerca del Sistema Solar, a una distancia de 3.000 años luz como máximo. Podría ser algún objeto exótico como un pulsar, un mini quásar, un remanente de supernova o un masivo agujero negro.
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