La parte de la enzima que controla el mecanismo del envejecimiento celular ha sido puesta en evidencia: la estructura permite entender mejor el proceso de envejecimiento de las células normales, y ofrecería un método más seguro para tratar hasta un 90% de los cánceres que afectan a los seres humanos.
La telomerasa, una enzima en las células eucarióticas, puede agregar telómeros –la sección final de los cromosomas– y evitar el daño durante el ciclo de división de cada célula mediante un acortamiento de los cromosomas.
La enzima aparece en las células madre y les permite dividirse de manera reiterada, sin daño en los cromosomas.
Sin embargo, su ausencia en la mayoría de las células adultas conduce a una pérdida gradual del ADN funcional, un elemento importante en la definición de la expectativa de vida de la célula.
Por otra parte, en muchos tumores la enzima es reactivada, permitiendo a las células anormales seguir dividiéndose de una manera indefinida.
Desde el descubrimiento de la telomerasa en 1985 por Elizabeth Blackburn y su colega Carol Greider, de la Universidad de California, en Berkeley, la enzima ha sido reconocida como un importante objetivo para desarrollar terapias destinadas a combatir el cáncer. Pero el trabajo ha sido afectado por la complejidad y por la delicadeza de la molécula, que está constituida por proteína y por ARN.
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