La mayoría de las estrellas de tamaño medio, como nuestro Sol, terminarán sus vidas forjando nebulosas planetarias. La etapa dura sólo algunas decenas de miles de años, apenas un parpadeo para estrellas que típicamente viven diez mil millones de años, lo que hace que sea raro poder observarlas en ese período. De los doscientos mil millones de estrellas en nuestra galaxia, hasta ahora solo unas 1.500 han sido identificadas en su fase de nebulosa planetaria.
Cuando la estrella comienza a agotar su combustible, cerca del final de su vida, su núcleo se contrae y su envoltura se expande, lanzando al final sus capas exteriores a millones de kilómetros hacia el espacio circundante. Una de cada cinco veces, esta envoltura mantiene su forma aproximadamente esférica mientras se expande, pero mucho más a menudo esta envoltura se contorsiona y se estira en nuevas y fantásticas formas.
El trabajo del equipo de Rochester consistió en explorar el rol de los compañeros de baja masa en el proceso estelar que determina el aspecto de una nebulosa planetaria. Dos situaciones principales se tuvieron en cuenta: cuando el compañero está en una órbita lejana e interactúa sólo con los bordes muy externos de la envoltura, y cuando el compañero está en una órbita muy cerrada y tan cerca de la estrella evolucionada que la envoltura "engulle" al compañero.
Eric Blackman, Richard Edgar, Jason Nordhaus y Adam Frank han demostrado que en el caso en el que el objeto compañero, ya sea un planeta o una estrella, está en una órbita lejana, la gravedad de dicho objeto hace que éste comience a arrastrar consigo algo del material de la envoltura. Este material, esencialmente una tenue mezcla de gas y polvo, se comprime en ondas con forma de espiral que se proyectan hacia fuera de la estrella central. El polvo y el gas se comprimen más y más en estas ondas hasta alcanzar una situación comparable en ciertos aspectos a la de las olas del mar alcanzando la playa. Al final, se forma un toroide de polvo alrededor de la sección media de la estrella, que probablemente bloquea en buena medida la expansión de la envoltura, como un cinturón ceñido alrededor de un globo que se infla. Con el tiempo, esta expansión parcialmente obstaculizada puede conducir a llamativas formas, tales como la de la nebulosa Dumbbell.
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