Investigadores británicos y suizos han llevado a cabo un estudio con personas de 16 ciudades del mundo desarrollado para analizar sus actitudes ante el “interés general”. Un sencillo juego económico demostró que, en aquellas ciudades pertenecientes a países con una democracia arraigada, y en los que la cooperación resulta una actitud familiar, aquellos que se aprovechaban de los otros aceptaban mejor sus castigos. Por el contrario, en sociedades menos democráticas, lo que se estilaba era la venganza personal contra aquellos que castigaban a los “aprovechados”. La conclusión de los economistas es que, en las sociedades democráticos, el éxito de los mercados depende por igual de las virtudes morales y de los intereses materiales.
Un equipo de investigadores de la Universidad de Nottingham, en el Reino Unido, ha analizado la forma en que personas de diferentes culturas cooperan por el bien común, así como las reacciones de su entorno cuando un individuo no coopera o, directamente, se aprovecha de los demás.
Según explican los autores del estudio en un artículo publicado en la revista Sciencie, la economía, la sociología, las ciencias políticas y la antropología, muestran evidencias de que los grupos humanos difieren mucho en su capacidad para resolver los problemas de cooperación pero, ¿en qué radican estas diferencias?
Para descubrirlo, los economistas Simon Gaechter y Benedikt Herrmann, de la Universidad de Nottingham, y el profesor Christian Thöni, de la Universidad de San Galo, en Suiza, llevaron a cabo un estudio internacional que implicó a individuos de 16 ciudades de distintos países, como Boston, Bonn, Riad, Minsk, Nottingham o Seúl, entre otras.
El objetivo de la investigación era averiguar hasta qué punto los individuos podían sacrificar sus ganancias personales por el bien común. También se quería estudiar el comportamiento de las personas que abusan de la generosidad de los otros, y las reacciones generales ante dichos abusos.
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