Están por todas partes (en el aire, la tierra y el agua). Pueden vivir de cientos a millones de años y causar enfermedades mortíferas.
Esta maquinaria biológica digna de una película de terror son los clostridios, bacterias que tienen la capacidad de responder a las agresiones externas al formar esporas que les permiten permanecer en vida latente durante largo tiempo.
Hace mucho que la ciencia está interesada en estos microbios. El 90% de las más de 60 clases de clostridios es patógeno: causa desde diarrea, hasta tétanos y botulismo. Es más, desde que en los Estados Unidos se enviaron esporas de ántrax por correo, también tienen interés militar. Pero ahora un equipo de investigadores del Instituto de Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR) acaba de descubrir un inesperado talón de Aquiles en estos diminutos "Terminator" de la biología: en un trabajo que se publica en el primer número del año de la revista científica Journal of Bacteriology informan que los azúcares simples (como la glucosa, la fructosa y la galactosa) inhiben su particular capacidad de desplazarse o "caminar" sobre superficies sólidas. Los científicos tomaron como modelo el Clostridium perfringens , agente causal de la gangrena gaseosa. A su vez, ésta es la segunda causa de morbilidad y mortalidad en animales de cría.
"El caso de los pollos ofrece un buen ejemplo de cómo actúan estas bacterias -explica desde Rosario el doctor Roberto Grau, investigador del Conicet y jefe del equipo local, que trabajó en conjunto con científicos de la Universidad de Oregon, Estados Unidos-: al producirse la diarrea, las esporas se despiden en las heces; se produce el contagio a través de aerosoles; en la primera porción del intestino delgado, germinan y liberan toxinas, que vuelven a causar diarrea, y vuelven a esporular cuando se encuentran en el intestino grueso".
Mientras están en forma de esporas, los clostridios son totalmente insensibles a los antibióticos. "Ocurre que la espora no tiene actividad metabólica, y estos fármacos necesitan que el organismo esté en crecimiento para bloquear la síntesis de proteína", aclara Grau.
En su intento por averiguar cuáles son las señales que inducen a un clostridio a formar una espora o a germinar, el año último los científicos ya habían encontrado un primer resultado importante.
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