Si un conductor maneja de noche y de pronto recibe un intenso haz de luz en la cara proveniente de otro automóvil, queda deslumbrado y deja de ver por unos segundos. Pero, casi de inmediato, la retina de cada uno de sus ojos se adapta a ese chorro de luz y él ve de nuevo.
Muchas investigaciones han mostrado que dicha adaptación es un fenómeno más general en el que participan hormonas, neurotransmisores y esas proteínas o glicoproteínas que reciben el nombre de receptores y que son cruciales para la acción de aquellos mensajeros que regulan el metabolismo, la proliferación y la diferenciación celulares.
“Las hormonas y los neurotransmisores son sustancias que reconocen los receptores y que conducen a cierto efecto final dentro de la célula”, indica el doctor Adolfo García Sáinz, investigador y director del Instituto de Fisiología Celular.
De acuerdo con el especialista, ahora se sabe, tras años de estudio, que los receptores están codificados por el ácido desoxirribonucleico; es decir, que hay genes para cada uno de ellos.
Además, en los últimos 20 años se han podido cuantificar y se ha podido conocer su estructura (cómo son, cuánto pesan, cómo están constituidos) y descifrar la información genética que determina a muchos de ellos, al grado de aislarla del genoma y manejarla para que se exprese en otras células (en pocas palabras, esos receptores han sido clonados).
“Gracias a eso –dice el investigador– sabemos que los receptores se dividen en dos grupos fundamentales: los receptores para las hormonas y los neurotransmisores intercelulares, o sea, los que están libres dentro de la célula; y los que se hallan en la membrana plasmática.”
Serpentinos
García Sáinz y sus colaboradores han estudiado principalmente los receptores que atraviesan la membrana plasmática en siete ocasiones y que reciben el nombre de serpentinos porque tienen forma de serpiente.
“Se encuentran de manera abundante dentro del organismo. Entre 1 y 5% de los genes (es decir, uno de cada cien o cinco de cada cien, dependiendo de la especie del genoma) pueden codificar para un receptor serpentino. Además, 40%, aproximadamente, de los medicamentos utilizados en la medicina contemporánea actúa sobre este tipo de receptores”, explica el experto.
Algunas de las hormonas y algunos de los neurotransmisores que usan este tipo de receptores son la adrenalina y la noradrenalina (“de las grandes urgencias”); la dopamina, que modula la conducta y cuya deficiencia está relacionada con el mal de Parkinson, así como con adicciones; la serotonina, un neurotransmisor asociado a la actividad cerebral, al estado de ánimo y a los fenómenos vasculares que inducen las migrañas; y la histamina, que tiene que ver con las reacciones alérgicas y con la secreción de ácido clorhídrico en el estómago.
“En todo el mundo se estudia este tipo de receptores desde el punto de vista químico: cómo son, cómo funcionan, cómo se regulan. En general, los receptores funcionan como respuesta a la secreción de las glándulas y las terminales nerviosas, pero muchos tipos celulares están continuamente liberando mensajeros químicos para regular el funcionamiento del organismo.”
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