La mezcla peculiar de aceites esenciales que da a la albahaca su aroma cálido y dulce, y sus características analgésicas, es resultado de una molécula fragante con reminiscencias de canela y clavo, según un artículo que publica esta semana la revista PLoS ONE.
Un equipo de científicos del Instituto Salk para Estudios Biológicos, en la Universidad de Michigan (EE.UU.), publicó además una imagen tridimensional de la enzima sintasa eugenol de la albahaca en el momento que produce el eugenol, la molécula aromática.
“Esta enzima en particular es muy interesante ya que pertenece a una gran familia de enzimas que desempeñan lo que llamamos "reacciones domésticas" pero que, mediante la selección evolutiva, adquiere funciones adicionales y completamente nuevas”, explicó Joseph Noel, quien encabezó el estudio.
“La enzima sintasa eugenol toma un bloque de construcción que habitualmente se emplea para hacer madera y lo convierte en algo que es casi completamente opuesto: una molécula volátil, altamente aromática y que posee propiedades antimicrobióticas y analgésicas”, señaló Noel.
Tradicionalmente, la biología de las plantas se ha enfocado en la genética, pero en años recientes ha habido un renacimiento de la bioquímica de las plantas, en parte por el interés renovado en la alimentación natural y las propiedades medicinales de los compuestos químicos en las plantas.
“La genética descubrió muchos genes con funciones importantes pero, en última instancia, necesitamos comprender cómo funcionan estos sistemas a nivel bioquímico”, apuntó Noel.
Desde la antigüedad, los humanos han aprovechado las propiedades antimicrobióticas y los sabores y aromas placenteros de las plantas ricas en ciertos metabolitos secundarios, más conocidos como especias, en la preservación y sazonado de los alimentos.
Fueron éstas propiedades las que atrajeron a Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes en exploraciones sin precedentes de rutas para la obtención de las especias.
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