La pérdida es incuantificable y los planes paliativos se arman casi a tientas. En la actualidad solo queda la tercera parte de las estaciones meteorológicas e hidrológicas de las que el país disponía hace 20 años. Según Luis Cáceres, coordinador nacional del Proyecto Segunda Comunicación Nacional Cambio Climático, esto hace que hoy no se disponga de información más precisa para estructurar las acciones de previsión.
Aparte del riesgo de que los datos recopilados durante muchos años hayan desaparecido. Cáceres recuerda que de las 1 000 estaciones que había en los años ochenta, ahora apenas quedan 248. Incluso, aprovechó su exposición durante el encuentro Clima Latino, realizado en octubre en Quito, para hacer público este problema. Han desaparecido estaciones de El Ángel, en Carchi.
El experto aduce varios factores para este decrecimiento: la falta de recursos económicos y tecnológicos para las instituciones responsables de monitoreo. Además, influyeron situaciones colaterales como la desaparición de entidades como el ex Inecel y el ex Inheri, que disponían de redes completas de monitoreo.
En el caso de organismos como el Programa de Desarrollo del Sur (Predesur) y Cedege, por falta de recursos, se vieron obligados a transferir algunas redes al Instituto Nacional de Meteorología e Hidrología (Inamhi) y otras como Inecel, desaparecieron.
Cáceres reconoce que resulta complicado determinar adónde fueron a terminar esos equipos y la información que se recopiló con estas durante varias décadas, sobre todo en zonas críticas.
Recuerda que cada una cumplía funciones vitales. Con las estaciones del ex Inecel, por ejemplo, se recopilaba información enfocada a los recursos hídricos para la generación hidroeléctrica. Al igual que las del Inheri, se encargaban del monitoreo de las zonas agrícolas, sobre todo para riego.
Cáceres concuerda con Gonzalo Ontaneda, coordinador de Estudios e Investigaciones Meteorológicas del Inamhi, sobre que uno de los mayores inconvenientes es no disponer de la información de zonas importantes del país.
Y sin estos parámetros locales se corre el riesgo de tomar decisiones imprecisas sobre medidas para afrontar el cambio climático, incluso para sustentar el informe de la II Convención de Cambio Climático. Pues, estas estaciones generan información sobre temperaturas medias, máximas o mínimas absolutas, precipitaciones, presión atmosférica… Esto ayuda a elaborar pronósticos estacionales, mapas temáticos, entre otros.
Los especialistas reconocen que es trascendental disponer de información específica relacionada con los impactos del cambio climático en cada región.
Uno de estos parámetros se refiere a las precipitaciones; antes se comparaba considerando la cantidad de lluvia caída, pero en la actualidad se debe considerar la intensidad de la misma. Por ejemplo, en la zona de Latacunga solo en los primeros seis días de noviembre ya llovió más del 90% de lo previsto para todo este mes.
Ante esa carestía de datos solo se recurre a información general y, en alguna forma se la infiere, en el momento de planificar acciones paliativas para cada localidad.
Noticia completa en El Comercio (Ecuador)