Biólogos de la Universidad de Harvard han identificado restos fosilizados de una antigua abeja que trasladaba polen, como el primer indicio de orquídeas en el registro fósil, un hallazgo que sugiere que las orquídeas son tan antiguas como para haber coexistido con los dinosaurios. Su análisis indica que las orquídeas aparecieron hace entre 76 y 84 millones de años aproximadamente, una fecha muy anterior a lo que muchos científicos habían estimado previamente.
La extinta abeja analizada, preservada en ámbar con una pelotita de polen de orquídeas en su espalda, representa una valiosa evidencia directa de polinización en el registro fósil.
Desde los tiempos de Darwin, los biólogos evolucionistas han estado fascinados con las espectaculares adaptaciones de las orquídeas a la polinización por medio de los insectos. Pero aunque las orquídeas son la más grande y más diversa familia de plantas en nuestro planeta, han estado ausentes del registro fósil.
El registro fósil carece de evidencias sobre las orquídeas porque florecen con poca frecuencia, y muchas están concentradas en las áreas tropicales donde el calor y la humedad impiden la mayoría de veces la fosilización. Su polen es dispersado sólo por los animales, no por el viento, y se desintegra en contacto con el ácido empleado para extraer el polen de rocas.
El ambiguo registro fósil de las orquídeas ha alimentado un extenso debate acerca de su edad, con varios sectores científicos asignando a la familia edades que oscilan entre 26 y 112 millones de años. Quienes defienden la edad menor generalmente apuntan a la falta de evidencias significativas en el registro fósil como una prueba de la "juventud" de la familia, además de la necesidad altamente especializada en sus flores de la existencia bien desarrollada de insectos polinizadores para su subsistencia.
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