Un equipo de astrónomos ha hallado evidencias de la formación de estrellas en una larga cola de gas que se desprende de su galaxia materna. Este descubrimiento sugiere que las estrellas “huérfanas” pueden ser mucho más habituales de lo que se pensaba.
La cola, similar a la de un cometa, fue observada en rayos X por el Observatorio Chandra de la NASA y en luz visible por el telescopio de Investigación Astrofísica del Sur (SOAR), en Chile. Con una extensión de más de 200 000 años luz, su origen se encuentra en el gas liberado por la galaxia ESO 137-001 al precipitarse hacia el centro de Abell 3627, un cluster gigante de galaxias.
“Esta es una de las mayores colas observadas hasta ahora”, según Ming Sun, de la Universidad Estatal de Michigan y director del estudio. “Y resulta que se trata de una fuente enorme de creación, no de destrucción”.
Las observaciones indican que el gas de la cola ha dado lugar a la formación de millones de estrellas. Considerando que la gran cantidad de gas y polvo que es necesaria para el proceso de formación estelar suele encontrarse únicamente en el interior de las galaxias, los astrónomos consideraban del todo improbable que se pudieran formar grandes cantidades de estrellas fuera de una galaxia.
“Esta no es la primera vez que se observa la formación de estrellas entre galaxias”, explicó Megan Donahue, miembro del equipo y también de la Universidad de Michigan. “Sin embargo, el número de estrellas que se está formando en esta región no tiene parangón”.
Las evidencias de la formación de estrellas en esta cola de gas incluyen hasta 29 regiones de hidrógeno ionizado que emiten luz visible y que se considera procede de las nuevas estrellas. Todas estas regiones se encuentran aguas abajo de la galaxia, en el interior o cerca de la cola. Además, cerca de ellas se localizan dos fuentes de rayos X, otro indicio de la formación de estrellas. Los investigadores creen que las estrellas huérfanas se formaron en los últimos 10 millones de años.
Las estrellas de la cola de esta veloz galaxia, que se encuentra a unos 220 millones de años luz, se encontrarían mucho más aisladas que la inmensa mayoría de estrellas existentes en las galaxias.
“De acuerdo con nuestros estándares galácticos, podemos considerar que estamos ante estrellas extremadamente solitarias”, afirmó Mark Voit, otro miembro del equipo de la Universidad de Michigan. “Si surgió vida en un planeta de esta región, seguro que contarían con unos cielos muy oscuros”.
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