Científicos forestales de la Universidad Estatal de Oregon (UEO) utilizaron una modificación genética para manipular exitosamente el crecimiento de los árboles. Con ello mostraron que es posible crear miniaturas con características similares a las de los ejemplares de su misma especie no alterados. El rango de tallas que se puede obtener con esta técnica va desde unos cuantos centímetros hasta 15 metros.
Según el informe de los científicos, las raíces de estos árboles se desarrollaron normales y muy fuertes, lo que podría indicar un aumento en los niveles de tolerancia al estrés, hecho que impactaría en los procesos de biorremediación en suelos contaminados, en áreas con fuertes vientos o escasas de humedad.
Al respecto, Steven Strauss, líder de la investigación, dijo que una de las posibles aplicaciones de esta tecnología es producir versiones “pequeñas” de árboles, capaces de combatir mejor la contaminación ambiental, para plantarlos en las ciudades, lo cual tiene un valor agregado que va más allá de la mera estética o de la frivolidad de “presumir” olmos de nueve metros de altura en un jardín privado, cuando esta especie alcanza los 30 metros.
El haber comprobado la teoría de que la altura de un árbol puede ser determinada por factores genéticos, y por tanto controlada con técnicas de ingeniería genética, abriría la puerta a una amplia variedad de nuevos productos tanto para el ornato como para la industria de la construcción, entre otras aplicaciones.
Durante el estudio, los científicos fueron capaces de crear, en el mismo periodo, álamos de crecimiento rápido que alcanzaron una altura de 45 metros y más, mientras que otros detuvieron su crecimiento al llegar a los cinco metros y algunos más permanecieron como pequeños arbustos que incluso podían confundirse con las flores, por su pequeña talla.
La manipulación del crecimiento se consiguió a través de la inserción de ciertos genes, muchos de los cuales fueron tomados de la planta Arabidopsis, cuya función es inhibir la producción de hormonas específicas, conocidas como ácidos giberélicos.
Estos compuestos se emplean también como espray para controlar el tamaño y la producción frutal en huertos. En el caso de los árboles, estas hormonas promueven la elongación de las células, de ahí que cuando son inhibidas a través de procesos de ingeniería genética, las plantas permanecen pequeñas y robustas.
“Resulta interesante que los genes de la Arabidopsis, una pequeña planta de la familia de la mostaza, se hayan conservado a través de entre 50 y 100 millones de años de evolución, y que sean capaces de realizar la misma función en árboles de gran tamaño. Los árboles modificados tienen una apariencia normal, sólo que son más pequeños y compactos”, dijo Strauss.
En conjunto, los investigadores utilizaron siete tipos de genes y más de 160 variantes de inserción genética para producir alrededor de 600 árboles modificados genéticamente. El impacto en el tamaño de estos ejemplares, que fueron evaluados permanentemente en su apariencia y tamaño, está asociado en todos los casos con los ácidos giberélicos.
Pero más allá de la reducción de su tamaño, algunos árboles también sufrieron variaciones en el color de su follaje y la forma de sus hojas, cambios que podrían tener un valor ornamental considerable.
Noticia completa en El Universal (México)