Investigadores de las Universidades de Harvard y Princeton han dado un paso crucial hacia las computadoras biológicas, construyendo diminutos dispositivos implantables, calificables como biocomputadores, que pueden supervisar las actividades y características de las células humanas. La información proporcionada por estos doctores moleculares, construidos completamente de ADN, ARN y proteínas, podría revolucionar la medicina del futuro dirigiendo las terapias sólo a las células o tejidos enfermos.
«Cada célula humana ya posee todas las herramientas requeridas para construir por sí misma estas biocomputadoras», explica Yaakov Kobi Benenson, del Centro para la Biología de Sistemas en la Universidad de Harvard. «Todo lo que debe proporcionarse es un plano genético de la máquina, y nuestra propia biología hará el resto. Sus células literalmente construirán estas biocomputadoras para usted», añade.
Trabajando con ecuaciones de lógica booleana dentro de las células, estos autómatas moleculares lo detectarán todo, desde la presencia de un gen mutado, hasta la actividad de los genes dentro de la célula. Las señales de entrada o input de las biocomputadoras son el ARN, y proteínas y sustancias químicas presentes en el citoplasma. Las señales de salida u output son las moléculas que indican la presencia de señales delatoras, fácilmente discernibles con equipamiento básico de laboratorio.
Hoy día no existen herramientas viables para leer las señales celulares. Así que estas biocomputadoras pueden ser muy importantes porque son capaces de traducir complejas firmas celulares, como las dejadas por la actividad de múltiples genes, en un output fácilmente observable. Incluso pueden programarse para traducir automáticamente en una acción concreta estos datos de salida, por lo que podrían ser utilizadas en el etiquetaje de células para su posterior localización con fines analíticos o terapéuticos, e incluso serían capaces de realizar por sí mismas la acción terapéutica. Los cálculos de una biocomputadora, si bien matemáticamente simples, podrían permitir a los investigadores construir biosensores
Notivia publicada en Levante (España)