La teoría de la relatividad de Einstein prevé que la velocidad máxima que se puede alcanzar en nuestro universo es la de la luz, que normalmente viaja a 299.790 kilómetros por segundo, y que recorre los 150 millones de kilómetros que separan al Sol de la Tierra en menos de ocho minutos.
En 1999, con un experimento revolucionario, la luz fue ralentizada a la velocidad de 60 kilómetros por hora, algo realmente increíble, que a principios del año 2001, ha sido superado con claridad: la luz se ha parado. Imposible, pero cierto.
No olvidemos que la velocidad de propagación de la luz no es constante, sino que según el medio que atraviese. Su velocidad máxima la alcanza sólo en el vacío y en las sustancias poco densas como, por ejemplo, el aire. Al aumentar la densidad del medio por el que transcurre, la velocidad de la luz disminuye.
En el agua se reduce en torno al 30 por ciento, con relación a la del vacío. Se trata de disminuciones significativas desde el punto de vista científico, aunque ésta se mantiene a una velocidad elevadísima respecto a la que los seres humanos pueden experimentar en la vida cotidiana.
La autora del experimento es la científica danesa doctora Lene Hau, de 42 años, profesora de Física de la Universidad de Harvard en Estados Unidos, y responsable de un grupo de investigación en el Instituto Rowland de Ciencias de Cambridge.
La estudiosa ha puesto a punto un dispositivo capaz de generar un nuevo estado de agregación de la materia, a través del cual ha sido posible, en un primer paso, ralentizar la luz casi 20 millones de veces (reduciendo de este modo, y durante un breve periodo de tiempo, la velocidad a unos 60 kilómetros por hora), para posteriormente, y tras unos ajustes en la técnica, detenerla definitivamente.
La existencia de este nuevo estado de agregación de la materia había sido previsto en 1924 por Albert Einstein. De acuerdo con sus teorías, si un grupo de átomos se somete a temperaturas extremadamente bajas y en condiciones de vacío ultra espín, los átomos pierden su identidad de partículas simples y se comportan como un único superátomo con características similares a las de la luz láser.
El desarrollo de la tecnología ha hecho posible obtener este nuevo estado de la materia, llamado “condensado de Bose-Einstein”. Para crearlo, se necesitan condiciones de vacío de 100 mil millardos de veces inferiores a la presión atmosférica mientras que la temperatura debe ser, como mínimo, unos mil millones de veces inferior de la del espacio interestelar
Noticia completa en Agencia Nova