Noticia completa en El Mercurio (Chile)
Sobre la Tierra pende una espada de Damocles tecnológica. Desde octubre de 1957, cuando el Sputnik 1 viajó al espacio, la chatarra no ha dejado de acumularse. Pero el basurero no es permanente, como lo prueba el incidente sufrido ayer por el Airbus A340 de LAN en su ruta a Nueva Zelandia.
El principal sospechoso era el carguero espacial ruso Progress, que había anunciado su reingreso a la atmósfera para el martes 27 de marzo. Pero las autoridades rusas negaron que se trate de él y dijeron que fue un asteroide.
Los expertos lo ponen en duda. El astrofotógrafo Arturo Gómez descarta por completo la posibilidad de una lluvia de meteoritos (leónidas) dejados por el paso de cometas. Este fenómeno está anunciado para mediados de abril. Como menos probable, señala el paso de fragmentos de un meteorito grande (menor de un metro) que se haya roto en varias partes.
Muy pronto
Gómez dice que todavía es imposible afirmar categóricamente si se trata de un meteorito o un trozo de basura sin tener un informe de los pilotos. Para concluir, éste deberá señalar velocidad, altura, hora y dirección del avión, entre otros parámetros, y el ángulo en que el fragmento ingresó a la atmósfera.
En cambio, el ex director del Centro de Estudios Espaciales, Eduardo Díaz, no descarta la posibilidad. "No hay que echarle la culpa a ninguna agencia. No hace mucho, uno grandazo pasó a bastante distancia, pero en el ámbito espacial miles de kilómetros son poca distancia".
Según Argie Rumann, ingeniero del Centro Espacial Goddard de la NASA, hay muchos elementos de incertidumbre en estos casos. No lo asegura, pero cree que el objeto sería parte de la nave rusa.
"Tendría que haber sido un objeto muy grande para haber llegado hasta la altura donde vuelan los aviones", opina Fernando Mujica, consultor en ingeniería espacial.