Quien escribe, se unió momentáneamente al clamor de los mineros y gritó con ellos ¡No al mandato minero!", inmediatamente guardias de la casa presidencial procedieron a detenerme, intentando arrebatarme la cámara fotográfica y apagándola, en una medida totalmente ilegal y arbitraria, y me condujeron al interior del palacio presidencial pese a mis protestas y a las de los periodistas y visitantes presentes. Al interior varios funcionarios del gobierno intentaron explicarme la situación del tema minero, explicaciones que cayeron en saco roto pues yo respondí que todo ya ha sido juzgado en la Asamblea Constituyente en forma impositiva sin diálogo alguno y sin respetar el legítimo derecho de inversionistas y trabajadores que quisieron emprender una labor legítima. Expresé que el mandato minero ha puesto en riesgo millonarias inversiones, miles de empleos y la estabilidad económica de muchas familias humildes, al mismo tiempo que perjudica a las empresas proveedoras de equipamiento, herramientas, calzado, reactivos, etc.
Además de mis protestas por el arresto arbitrario, conminé a los funcionarios presentes, guardias policiales y militares, a presentar una orden judicial que justificara tal arresto, obviamente tal orden no existió, y les expresé que esta detención era un arresto ilegal y una violación al derecho al debido proceso, una agresión a la libertad de opinión y una agresión a la libertad de prensa. Un funcionario expresó que esta es la "Casa del presidente y hay que mantener respeto" a lo que yo respondí que esta no es la casa del presidente, es la sede del gobierno y no propiedad del primer mandatario, además yo no le falté al respeto al mandatario, manifesté una expresión de rechazo sin siquiera usar calificativos.
Tampoco encontré respuesta por parte de los funcionarios gubernamentales sobre la legalidad de los mandatos de la Asamblea, pues estos no son artículos constitucionales y tampoco leyes debidamente aprobadas por un Parlamento, por ende son inconstitucionales e ilegítimas. Expresados todos estos argumentos, los policías y militares de la casa de gobierno optaron mas bien por dejarme en libertad y me escoltaron hasta la Plaza Grande en donde la prensa me entrevistó para preguntarme sobre lo sucedido.
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