Los proyectos para poner en producción yacimientos submarinos frente a las costas del noroeste del país podrían cuadruplicar las exportaciones australianas de gas natural licuado (GNL) en los próximos años y convertir al país en lo que su Ministro de Recursos denominó “una superpotencia energética”.
Será la próxima etapa de un prolongado “boom” que ha enriquecido a Australia y la ha convertido en un proveedor clave de materias primas para el desarrollo de Asia, desde vigas para los rascacielos hasta el combustible usado para iluminarlos.
“Tenemos lo que el mundo, y particularmente las crecientes economías de Asia, quieren: hierro, energía y minerales”, afirmó Colin Barnett, primer ministro del estado de Australia Occidental, corazón del nuevo “boom”.
Este estado mayormente desierto, se ha hecho conocido por su atmósfera de frontera, no diferente a aquella de la Australia de la fiebre del oro en el siglo XIX, el primer desarrollo minero que atrajo inmigrantes como para casi triplicar la población australiana en una década.
Como proveedora principal de los materiales que conducen la ola de crecimiento de la economía asiática, Australia se ha involucrado crecientemente en la órbita de gigantes emergentes como China y la India, generando tensiones y discordias. Existen también, insistentes preocupaciones por el calentamiento de la economía y los daños ambientales de largo plazo causados por su próspera industria de recursos.
El gas fue descubierto frente a las remotas costas del noroeste en la década del 70. Pero su explotación fue postergada detrás del carbón y el mineral de hierro, más fáciles de obtener y más demandados. Ahora, el gas está ganando popularidad como alternativa más limpia que el carbón en la generación de electricidad, por emitir sólo una fracción de los gases de efecto invernadero que este último produce al quemarse.
El mayor impulso en el sector se produjo en septiembre último, cuando Chevron y sus socios ExxonMobil y Royal Dutch Shell anunciaron una iniciativa conjunta para avanzar en el masivo proyecto Gorgon.
La asociación empresaria perforará campos offshore ubicados a 80 millas de la costa, para producir un volumen de gas estimado de 40 trillones de pies cúbicos, construir gasoductos y un puerto y planta de licuefacción, por alrededor de US$ 41.000 millones, algo así como el PBI de Guatemala.
Y si parece mucho, veamos cómo se apilan los números. La decisión de avanzar en la iniciativa, se conoció en coincidencia con la noticia de que ExxonMobil había firmado un acuerdo a 20 años por alrededor de US$ 46.000 millones con PetroChina Co., para proveerle GNL de su participación en Gorgon. Acuerdos similares para la provisión de gas a partir del proyecto Gorgon fueron alcanzados con compañías de energía de Japón, Corea del Sur y la India, por otros US$ 65.000 millones.
El gobierno australiano sostiene que Gorgon podría generar exportaciones por un valor de US$ 276.000 millones durante los próximos 20 años. Y esto sólo en un proyecto.
Hay por lo menos otra media docena de planes para grandes yacimientos de gas, incluido el de la compañía australiana Woodside, que contempla una inversión de US$ 12.000 millones para explotar el yacimiento de Browse, que tiene un volumen estimado de 20 trillones de pies cúbicos de gas.
Y mientras los proyectos se van apilando, Australia va tratando de reducir las tensiones con China, que han afectado sus provisiones de minerales y energía.
El lunes, un ejecutivo del gigante minero Rio Tinto, deberá enfrentar en una corte de China, cargos por robo de secretos comerciales, en un juicio que los abogados australianos consideran vinculado con la fallida campaña de Beijin para bajar los precios del mineral de hierro. El caso ha agregado malestar en las estrechas relaciones con China, después de una sucesión de intentos de firmas estatales chinas por comprar en los proyectos de recursos australianos.
Otros problemas son locales, pero no menos complejos.
Gorgon, Browse y algunos otros grandes yacimientos se encuentran frente a Pilbara, una remota región de Australia Occidental, que es batida por media docena de ciclones al año, y donde las temperaturas pueden trepar hasta los 48ºC.
Las pocas áreas urbanas de Australia Occidental están ya saturadas a causa del explosivo fenómeno minero. Perth, la capital del estado que se encuentra a cinco horas de vuelo de Sydney, atravesando un desierto casi continuo, no logra construir hoteles con suficiente rapidez como para satisfacer la demanda, y las grúas de construcción de edificios de oficinas salpican el cielo.
Una severa escasez de mano de obra hace que las empresas compitan por casi todo, desde un administrador para un yacimiento minero, hasta un conductor de camiones, quien puede ganar más de US$ 110.000 al año en salarios, más un vuelo mensual a Perth para descanso y recuperación.
Una de las principales ciudades de soporte para la actividad minera de la región es Karratha, una sofocante colección de casas, con unos pocos negocios y bares, enclavada entre cerros cubiertos de pastizales y rocas de subido color castaño. Está a más de 1.800 km de distancia de la ciudad más cercana, rodeada por algunos de los territorios más inhóspitos de Australia, y no hay allí casi otra cosa que mineros. El alquiler de un bungalow con pileta puede llegar a costar US$ 1.800 por semana.
“Esto es un disparate”, dijo Jim Holland, un chofer con 40 años de experiencia en la actividad minera de la zona. “La casa de mi vecino, de tres dormitorios, se vendió la semana pasada en US$ 900.000”. Holland es un afortunado. En la década de los 80, Rio Tinto ofreció en venta a sus empleados más antiguos algunas casas de propiedad de la compañía en alrededor de cuarenta mil dólares. Jim compró, y a pocos años de aquello ahora planea retirarse, vender la casa y disfrutar de la vida en Tailandia.
El gobierno federal ha designado un grupo de trabajo para buscar caminos que permitan satisfacer una escasez de mano de obra para la construcción, que ha sido estimada para la próxima década en 70.000 trabajadores. A tal fin, se analiza la facilitación de ingreso de inmigrantes calificados, preferentemente de Asia y Oriente Medio.
Sólo el proyecto Gorgon crearía unos 10.000 empleos, incluidos varios miles de trabajadores para construcciones en la actualmente deshabitada Isla Barrow.
Por su parte, los conservacionistas dicen que el gobierno federal no debió haber aprobado nunca el establecimiento de una planta de licuado de gas en la isla. Se trata de una reserva natural que es hogar de varias especies, tales como la tortuga flatback y el canguro ratón, que ya han desaparecido del territorio continental.
“No veo cómo se puede compatibilizar un ambiente operativo seguro para una facilidad industrial y garantizar al mismo tiempo las condiciones naturales de quietud que las tortugas necesitan para no afectar sus nidificaciones”, se pregunta Gilly Llewellyn, director de conservación de la organización conservacionista WWF.
Chevron sostiene que los planes para Gorgon evitan los sitios de conservación, y que el proyecto es ambientalmente amigable porque incluye planes para inyectar los gases de dióxido de carbono contaminantes en trampas subterráneas. La petrolera empero, no respondió a los pedidos formulados para realizar una entrevista.
Las preocupaciones ambientales acerca de esta industria crecieron el año pasado, luego del incendio que estallara en una plataforma de gas y petróleo en otro yacimiento frente a la costa noroccidental del país, y que estuvo fuera de control por más de dos meses, derramando miles de barriles de crudo en el mar.
Como quiera que sea, los primeros signos de Gorgon ya comienzan a mostrarse en la Isla Barrow. Ya se ha introducido contenedores -totalmente empaquetados para prevenir el ingreso desde el continente de pestes tales como ratas o cucarachas-, que serán utilizados como alojamientos. En poco tiempo más, podrá verse una bulliciosa escena de 3.000 personas trabajando las 24 horas.
Publicado originalmente en Nuestro Mar (Argentina)