Los otros muros que deben caer
Es notorio y extensamente probado que las sociedades que son regidas por gobiernos limitados a ejercer la defensa de los derechos individuales son mas libres y prósperas. Los gobiernos con límites facilitan el crecimiento económico y cultural de la sociedad, permiten liberar la iniciativa individual y convierte a la gente en responsable de sus actos.
Este tratado tiene por objeto explicar las razones del por qué muchas instituciones del gobierno deben desaparecer, pues cada organismo señalado en las siguientes páginas incurre en distintos vicios que afectan a la propiedad de las personas. De modo general, cada institución del gobierno le cuesta a los ciudadanos inmensos recursos para costearla, recursos que no son obtenidos voluntariamente, sino tomados a la fuerza mediante impuestos. Este debería ser suficiente argumento para eliminar el gran número de agencias gubernamentales que existen en muchos gobiernos: cada nuevo organismo implica una mayor confiscación de la propiedad de cada ciudadano.
La intervención del Estado en áreas ajenas a sus legítimos deberes juega un papel importante en al aumento de la corrupción y el aumento de la pobreza. Las regulaciones de los distintos organismos del Estado generan grupos de privilegios, altos costos y nuevas oportunidades para la corrupción pues para aludir las regulaciones y sus costos usualmente los ciudadanos deben recurrir a coimas y sobornos. Finalmente, las empresas públicas además de adolecer de los males ya mencionados, compiten deslealmente con los ciudadanos quienes frecuentemente se ven obligados a consumir servicios públicos provistos monopólicamente. Estos servicios además de ser protegidos injustamente con recursos gubernamentales, son provistos muy deficientemente pues las empresas públicas no funcionan bajo la lógica de incentivos que provee el mercado, funcionan bajo regulaciones que permiten mal funcionamiento y corrupción, mediante monopolización, sobre-regulación, mercados cautivos, etc., o dicho de otra manera, funcionan bajo incentivos perversos.
Así, sin mas introducción, empieza este tratado.