Las normas éticas sirven para minimizar, evitar y resolver conflictos violentos y destructivos entre seres humanos que pueden relacionarse y afectarse mutuamente. Un individuo completamente aislado no puede afectar a otros ni verse afectado por otros, ni por sus acciones ni por el mero hecho de existir. Los conflictos surgen entre individuos que pueden interaccionar y cuyos intereses, preferencias, gustos y valoraciones pueden ser mutuamente incompatibles.
Todo hecho que afecta a un ser humano puede tener un origen natural, no humano, o ser resultado de una actuación humana. Una persona puede tener valoraciones o preferencias respecto a cualquier circunstancia o estado posible del mundo, pueden gustarle unas situaciones más que otras. Las valoraciones pueden ser positivas (me gusta algo), negativas (me disgusta algo) o neutras (algo me es indiferente), y de intensidad variable pero no medible (no existe ninguna unidad objetiva de medida de la intensidad de la valoración) ni comparable entre distintas personas. Las valoraciones pueden cambiar en el tiempo y son subjetivas, dependen de la persona, cada uno puede valorar de forma diferente la misma realidad objetiva.
Los fenómenos naturales que no son resultado de acciones humanas pueden gustar a o no gustar a una persona, pero no hay conflicto entre ellos y los seres humanos, no tiene sentido aplicarles normas éticas. La persona no discute sus preferencias con los entes no humanos intentando llegar a acuerdos con ellos o explicándoles las normas adecuadas de comportamiento. Algunos animales pueden ser entrenados mediante premios y castigos pero son incapaces de entender o argumentar normas abstractas expresadas mediante el lenguaje humano. La persona puede actuar para intentar cambiar aquellas cosas que son controlables, que están al alcance de su capacidad limitada de actuación. Algunos se irritan por cosas que están fuera de su control, otros las aceptan con resignación.
Una persona existe ocupando en cada momento un espacio físico y posiblemente desplazándose de un lugar a otro. Como la materia es impenetrable, si una persona está ocupando un lugar del espacio no es posible para otros ocupar el mismo sitio en el mismo momento. Puede haber un conflicto entre personas si una quiere ocupar el mismo sitio que otra y esta no está dispuesta a cedérselo, o si a uno le molesta que otro esté en un determinado sitio, o incluso simplemente si a uno le molesta que el otro exista.
Una persona es un agente que actúa para conseguir fines que considera valiosos utilizando medios disponibles escasos. Además de las consecuencias deseadas toda acción humana puede tener consecuencias no deseadas y consecuencias imprevistas (deseadas o no). La persona tiene preferencias relativas (de unas cosas respecto a otras) que se revelan en sus acciones, y también puede valorar las acciones de los demás y sus consecuencias, e incluso es normal valorar las preferencias o emociones ajenas de forma recursiva. Los bienes económicos son aquellos recursos cuya utilización por una persona excluye su uso simultáneo por otra persona. El agente necesita apropiarse del recurso para usarlo, de forma definitiva si el recurso es consumido (alimento) o de forma temporal si sigue existiendo (sin cambios o con alguna alteración) después de la acción (conservándolo o desechándolo). Puede haber un conflicto entre personas si una quiere utilizar el mismo recurso que otra y esta no está dispuesta a cedérselo, o si a uno le molesta la acción (o inacción) de otro, por sí misma o por sus consecuencias.
Los recursos escasos que una persona emplea en su acción incluyen, además de objetos externos (el espacio ocupado, los recursos naturales, los bienes previamente producidos) su mente (su inteligencia, su capacidad de comprender y captar relaciones entre cosas que guían su acción) y su cuerpo (su capacidad física de actuar sobre el entorno). El propio ser humano es uno de los recursos indispensables para la acción.
Los seres humanos (y todos los seres vivos) tienden a apropiarse de lo que necesitan para sobrevivir, desarrollarse y reproducirse: territorio, alimento, vestido, herramientas, pareja sexual, aliados. La posesión física de algo implica controlarlo, decidir qué se hace con ello, para qué se utiliza. Los recursos pueden ser compartidos (regalados si son de uso exclusivo) o intercambiados de forma voluntaria si las valoraciones son compatibles, si ambas partes se benefician. La persona valora lo que posee, suele conservarlo, cuidarlo, vigilarlo y defenderlo para que otros no se lo quiten. Es posible que una persona intente apropiarse de lo que otro posee en contra de su voluntad, mediante la fuerza o quitándoselo cuando no esté vigilando sus posesiones.
Las acciones humanas no sólo consumen recursos, también suelen producir residuos no deseados. No todas las cosas se estiman por su utilidad y no todo en la acción humana es apropiación. Algunas cosas son valoradas negativamente por ser nocivas, peligrosas, desagradables. Las personas tienden a deshacerse o apartarse de aquello que consideran negativo, que no les gusta: residuos corporales, sustancias contaminantes, enemigos, personas desagradables.
Todo conflicto entre dos o más personas resulta de la incompatibilidad entre sus preferencias respecto a la posesión, control y utilización de recursos y a la producción de cosas no deseadas. Para que exista un conflicto no es necesario que una persona quiera utilizar para sus propios fines algo que otro posee, basta con que no le guste lo que el otro hace. La eliminación de residuos puede ser molesta para otros. Una persona puede querer poseer algo que valora positivamente y que resulta molesto o desagradable para otros: lo que para uno es valioso puede ser indeseable para otro.
Los recursos externos pueden ser utilizados como alimento, vestido, refugio, herramienta, decoración, entretenimiento y cualquier otro uso imaginable. El ser humano puede ser utilizado (por él mismo o por otros) como alimento, como parte de una relación sexual, como recurso reproductivo (esperma masculino, óvulo y útero femenino), como fuerza de trabajo, como pensador, como creador, como compañía, como conversador, como guerrero. Una persona puede ser querida por otra por su capacidad de hacer bien, de conseguir algo positivo de ella, por su atractivo sexual, por su simpatía como amigo, por su inteligencia para aprender algo de ella, por su capacidad laboral, por su fuerza como aliado, por su riqueza acumulada. Una persona puede resultar repulsiva para otra por su fealdad, su antipatía, su enemistad. Una persona puede ser temida por su fuerza, por su capacidad de hacer daño.
El lenguaje es un tipo especial de acción que los humanos utilizan para comunicarse, compartir información e influirse mutuamente. El lenguaje puede ser fuente de conflictos cuando a uno no le gusta lo que otro dice o no dice. La conversación puede ser agradable y respetuosa o desagradable e insultante.
Las partes involucradas en un conflicto tienen varias posibilidades de actuación según cómo utilicen el lenguaje o la fuerza: uno puede querer dialogar y el otro negarse a ello; si ambas partes lo quieren, pueden dialogar, expresar sus ideas y preferencias, intentar persuadirse mutuamente y resolver sus diferencias de forma pacífica, llegando o no a acuerdos pero sin agredirse físicamente; una parte puede intentar imponerse a la otra por la fuerza, mediante la agresión física o la amenaza de la misma, y el otro puede aceptar su inferioridad y someterse a la voluntad del otro o luchar hasta que una parte, agresor o defensor, es derrotada y debe someterse.
Publicado originalmente en Inteligencia y Libertad (españa)