Desde un principio, se consideró que una de las principales aplicaciones de la fisión nuclear era la producción de energía eléctrica. Con este objetivo se analizaron los principales tipos de reactores que fuesen intrínsecamente seguros durante su operación y que, si por cualquier motivo, aumentase la temperatura, debería disminuir el número de fisiones nucleares y, por tanto, la energía producida. Esto último daría lugar a una disminución de la temperatura que compensaría la subida inicial, lo que técnicamente se conoce como coeficiente de reactividad por temperatura y huecos negativo. Cumpliendo este criterio hay actualmente 429 reactores nucleares en operación y 24 en construcción: 104 en Estados Unidos, 59 en Francia, 56 en Japón, 8 en España, etc. En la Unión Europea el 38% de la energía eléctrica producida es nuclear (el 79% en Francia, el 55% en Bélgica, el 47% en Suecia, el 31% en Alemania, el 19% en España, etc.).
En las cifras anteriores no están incluidos los reactores tipo Chernobyl de la URSS, por las razones que se indican a continuación.
La mayoría de estos 429 reactores nucleares son del tipo de agua ligera a presión (LWR) o en ebullición (BWR), ya que al ser unos reactores robustos y compactos fueron desarrollados por los Estados Unidos y la URSS como planta motriz de sus buques de guerra, especialmente de los submarinos.
En los estudios y experimentos realizados desde un principio, se observó que los reactores moderados por grafito y refrigerados por agua ligera (del tipo que luego sirvieron de base para los de Chernobyl), no eran aptos para la producción de energía eléctrica. Eran peligrosos durante el arranque, pues no cumplían la condición previa de todos los reactores productores de energía eléctrica de ser intrínsecamente seguros durante su operación. Cuando por cualquier causa aumentase la temperatura, aumentaba el número de fisiones nucleares y, por tanto, también la energía producida, dando lugar a un aumento adicional de temperatura que incrementaría la inicial, compensándose todo ello con los sistemas de control del reactor. Técnicamente tienen el coeficiente de reactividad por temperatura y huecos positivo. No obstante, este tipo de reactor tiene una característica especial al ser óptimo para producir el plutonio altamente enriquecido (94% en plutonio 239 y 6% en plutonio 240) empleado en las bombas atómicas.
Con objeto de obtener el plutonio para las armas nucleares, tanto los Estados Unidos como la URSS construyeron diversos reactores de este tipo que dispersaban el calor producido en la atmósfera. Estados Unidos eligió como emplazamiento un lugar aislado en Hanford, al noroeste del país, en el estado de Washington. Pero en 1966, cuando Estados Unidos ya había obtenido el plutonio de la mayoría de sus 33.000 cabezas nucleares, desmanteló todos estos reactores. Sin embargo la URSS, a pesar de que en 1986 había producido el plutonio para la mayoría de sus 45.000 cabezas nucleares, decidió desde un principio emplear este tipo de reactor para producir energía eléctrica. Así, si en un futuro necesitaba aumentar su arsenal nuclear, podría disponer de ellos. Ningún consejo de seguridad nuclear de un país democrático y responsable habría autorizado el uso de este reactor para producir energía eléctrica. Los científicos nucleares de todo el mundo, incluidos los soviéticos, sabían que no eran aptos para este fin, aunque los rusos sólo expresaban sus preocupaciones en privado, por temor a las represalias que podrían sufrir.
No obstante e ignorando la opinión de sus expertos, la URSS decidió construir 18 reactores de este tipo, permitiendo la ebullición del agua de refrigeración para alimentar a un turbogenerador productor de energía eléctrica. Construyeron 4 en Chernobyl (Ucrania), actualmente fuera de servicio; 2 en Lituania, uno fuera de servicio y el otro lo estará en 2009 y 12 en la actual Federación Rusa, todos ellos en operación.
Entre las ventajas de las centrales nucleares destaca su capacidad de producir la energía eléctrica más barata (2,37 céntimos de euro el kilovatio hora), comparada con la de otras fuentes energéticas, excepto la hidroeléctrica.
La energía nuclear es la más barata de todas las disponibles actualmente, seguida por la del gas natural, carbón y eólica. Sin embargo, hay que hacer diversas consideraciones. Si en el futuro se pudiese emplear un Transmutador de residuos de vida larga, el coste de la energía nuclear aumentaría a cerca de 3 céntimos de euro el kilovatio hora. En las centrales de carbón y gas habría que considerar la compra de derechos de emisión, o bien, el empleo en un futuro de técnicas de captura y almacenamiento del CO2 a grandes profundidades (capas areniscas, pozos vacíos de petróleo, bolsas de gas natural vacías, etc), lo que encarecería la energía producida en un 40%, pasando a costar 4,6 y 4,3 céntimos de euro el kilovatio hora, según sea la central de carbón o gas natural. El coste de 5 céntimos de euro el kilovatio hora eólico corresponde a un factor de utilización de 2.300 horas al año, lo cual apenas se alcanza en España en las zonas de mayor potencial eólico (Prepirineo, Galicia, Tarifa). Al ir extendiendo el parque eólico a otras zonas de menor potencial, las horas de utilización irían disminuyendo, con el consiguiente aumento del coste del kilovatio hora. En 2005 el parque eólico era de 9.866 megavatios con un factor de utilización de 2.100 horas al año, previéndose que en 2010 pueda instalarse un total de 20.155 megavatios, con lo que el factor de utilización se reduciría probablemente a unas 1.900 horas al año (2,6 meses al año).
Ventajas medioambientales: no emiten gases de efecto invernadero
Otra ventaja muy importante es que la energía nuclear no produce gases de efecto invernadero, a diferencia de las centrales térmicas y de ciclo combinado. Los preocupados por el asunto del cambio climático parecen ignorar este asunto.
Desde la perspectiva económica se trata, además, de un asunto de capital importancia para España en el marco de los compromisos de Kyoto, la Directiva sobre comercio de emisiones y los costes de adquisición de derechos de emisión por los sectores productivos.
La ventaja de la seguridad de abastecimiento
Las centrales nucleares tienen la enorme ventaja de garantizar el suministro de energía eléctrica. Otras fuentes energéticas como la eólica o la solar carecen de seguridad de suministro al estar expuestas a las condiciones meteorológicas.
Publicado originalmente en Paz Digital (España)