A lo largo de una carrera que abarca cuatro décadas y numerosos lauros, el Premio Nobel de Economía indio Amartya Sen, se ha concentrado en el estudio de cuestiones como la desigualdad, la pobreza y las secuelas del desarrollo económico.
De hecho, en su obra más reconocida, Pobreza y hambruna, demuestra que el hambre no es consecuencia de la falta de alimentos, sino de las desigualdades en los mecanismos de distribución. Ahora, en su ensayo Identidad y violencia, publicado por Katz Editores, el economista analiza el nuevo escenario mundial a través del análisis de temas tan diversos como el multiculturalismo, el poscolonialismo, el fundamentalismo, el terrorismo y la globalización.
Además plantea la necesidad de una comprensión sensata de la libertad humana como único modo de combatir el cada vez más extendido “arte de crear odio”.
Los acontecimientos violentos de los últimos años han generado un período de confusión y de conflictos: el mundo es percibido, cada vez más, como una federación de religiones, de culturas o de civilizaciones que se enfrentarán inevitablemente o que, de hecho, ya lo están haciendo.
Para Sen, una de las razones por las que el mundo se ha vuelto peligrosamente inflamable es, precisamente, la suposición de que las personas pueden ser clasificadas sobre todo según la religión o la cultura.
ILUSIONES. Si bien la idea de identidad recibe una admiración amplia y generalizada, según el ensayista desde la afirmación popular de amar al prójimo hasta las grandes teorías del capital social, “también puede matar, y matar desenfrenadamente”.
El economista argumenta que el conflicto y la violencia actuales son sostenidos, igual que en el pasado, por la ilusión de una identidad única.
Y también por la creencia en el poder abarcador de una clasificación singular que ignora la relevancia de otras formas “más allá de las culturas y de las religiones” en las que los individuos se perciben a sí mismos: el género, la profesión, la clase, la lengua, la moral o la política.
La visión fragmentaria del mundo que ahora intenta explotar el terrorismo islámico, dice el Premio Nobel de Economía, es causa de muchos de los males de la actualidad, ya que ha colocado a la ciencia y a la matemática en la canasta de “ciencias occidentales” y ha llevado a las otras civilizaciones a buscar en las profundidades de la religión algo de lo cual sentirse orgullosas
FRAGMENTACION. “Una importante fuente de conflictos potenciales en el mundo contemporáneo es la suposición de que la gente puede ser categorizada únicamente según la religión o la cultura”, señala en su obra el economista hindú.
El mundo es visto cada vez más como una federación de religiones o civilizaciones, por lo que se hace caso omiso de todas las otras maneras en que las personas se ven a sí mismas. De esta manera, se ignoran otras identidades propias de los individuos como el género, la profesión, el idioma, la ciencia, la moral y la política.
“La violencia -agrega- se fomenta mediante la imposición de identidades singulares y beligerantes en gente crédula, embanderada detrás de eximios artífices del terror”.
Un buen ejemplo lo representa Al Qaeda, que “depende en gran medida del cultivo y la explotación de una identidad islámica militante opuesta a los occidentales”, indica el autor de Identidad y violencia.
COMPRENSION. Para el economista, es fundamental comprender a la libertad como el único modo de combatir el odio.
“La principal esperanza de armonía en nuestro mundo atormentado reside en la pluralidad de nuestras identidades, que se cruzan entre sí y obran en contra de las profundas separaciones a lo largo de una única, tajante y resistente línea de división que supuestamente no es posible atravesar”, indica.
Sen señala también que cuando se habla de democracia hay dos aspectos que merecen atención: la tolerancia hacia diferentes puntos de vista y el fomento de la discusión pública. Esto supone aceptar que se puede discutir con quienes discrepan y desaprueban nuestras propuestas, para con apertura y sentido crítico encontrar los puntos comunes que permitan lograr compromisos críticos.
Artículo publicado originalmente en El Diario de Paraná (Argentina)