En la época de la Colonia ya lo conocían. Los indígenas utilizaban sus alas como láminas de oro para decorar imágenes sagradas.
No vive en cualquier lugar. No se lo encuentra volando por los parques o las calles de la ciudad como pasa con esos catsos colorados o negros. A él le encantan las laderas occidentales de la serranía ecuatoriana. Aunque ahora es más difícil encontrarlo por la deforestación.
Su vida no la empieza como ese ser brillante y dorado. Solo vive dos o tres meses así. Antes fue un huevo y después una larva que cambió tres veces de piel hasta hacerse catso. Su vida empieza en los troncos podridos.
Ese es el lugar que eligen las hembras para colocar sus huevos. Son entre 20 ó 30, y se parecen a unas diminutas pelotas blancas. Pero no todas sobreviven y logran convertirse en esos animales dorados, porque son devorados por algunos habitantes de la selva.
Cuando están como larvas también corren peligro, pues algunos indígenas tienen la costumbre de recogerlos como alimento. Siempre llevan una mochila colgada y apenas ven uno de éstos, lo toman y lo fríen apenas llegan a su casa.
Es en su época de catso en donde puede buscar a su pareja para aparearse. Está hermoso y atractivo, pero solo es por un momento, ya que como dice el entomólogo Giovanni Onore, la naturaleza programa la belleza solo por un tiempo para la reproducción.
Luego de la fecundación, el macho no sirve para nada y muere poco tiempo después, cae al suelo y sirve de comida a los pájaros.
Se piensa que este insecto, de seis patas, utiliza la luz para orientarse al igual que los antiguos navegantes. Le gusta la luna, las estrellas y los focos de las casas y de los autos. Por eso, a menudo choca contra estos y cae al suelo, muerto antes de tiempo y sin que nadie se diera cuenta que era dorado y que aún no se apareaba.
En realidad son buenos viajeros. Pueden volar muchos kilómetros, pero no existe un estudio específico que señale cuál es su capacidad, pues él solo vuela para aparearse o para conseguir comida.
En realidad no es dorado. Todo es una ilusión óptica. Lo que pasa es que tiene una serie de capas microscópicas en la estructura de sus alas que hace que la luz se refleje. Por eso, si alguien decide ponerlo en gasolina para obtener el color, lo único que conseguirá es que se vuelva negro. Y a pesar de ser muy vistoso, logra esconderse en la naturaleza, ya que su estructura hace que a veces, este animal tome la tonalidad de árboles y hojas.
Aunque es dorado, no tiene una historia creada por indígenas o campesinos, al menos no una conocida. Por eso, Onore creó una para este atractivo animal.
La historia dice que este escarabajo era verde en un inicio y que vivía feliz en un bosque muy hermoso lleno de ríos y riachuelos. Pero, un día se quedó sin hogar porque cortaron los árboles del bosque. Así que se fue a buscar otro lugar y en el camino se encontró con un armadillo que estaba muy triste porque también había perdido su hogar y además, unos cazadores habían capturado a su esposa. Juntos emprendieron el camino y un pequeño lorito cara rosada que estaba cerca les dijo que había un bosque en el que nadie podría hacerles daño.
Después de un rato, encontraron a un oso de anteojos, que estaba muy triste porque quemaron su casa. Los tres juntos empezaron a buscar un nuevo sitio en donde vivir.
Los animalitos caminaron varios días sin encontrar comida ni agua. Cuando estaban sin fuerzas encontraron un río. Todos querían darse un baño y de pronto el armadillo se enredó con un plástico y cayó al agua. El oso trepó a un tronco y lo ayudó a salir.
Entonces, cayó la noche y el catso se dirigió hacia el foco de una casa. Iba a estrellarse contra éste, y el oso le tapó los ojos para evitar una desgracia.
Esas fueron solo algunos de los inconvenientes que vivieron estos animales. Y por eso, el oso y el armadillo se desanimaron. Estaban cansados de tanto caminar y pensaron que jamás encontrarían el lugar que estaban buscando. El único que aún tenía esperanzas era el escarabajo.
Así, que siguió con su misión de hallar el bosque que habían soñado. Él se fue a buscar ayuda y cuando estaba a punto de perder toda esperanza, se encontró con unos niños de un pueblo cercano que estaban jugando. Les explicó su situación y le ayudaron. Y los otros animales pudieron salvarse porque los humanos les llevaron comida y agua para que recuperen sus fuerzas. Entonces, como recompensa por su valentía, el oso y el armadillo le regalaron un traje de oro al pequeño insecto.
La historia dice que desde ese día existen los catsos de oro en el bosque y que están allí para recordar a la gente que siempre debe cuidar la selva y a todos los animales y plantas que viven allí.
Esta historia ha sido traducida al inglés, francés, italiano y quichua.
Todo este cuento es pura fantasía. Lo verdadero es que a este escarabajo le encanta la noche. Y en el día se esconde en los troncos podridos, así evita que lo encuentren las aves, que son sus principales enemigos.
Además, este animal pertenece a la familia de los rutelinos, es decir a los escarabajos brillantes. Y tiene algunos parientes que no necesariamente tienen el mismo color que los que habitan en el Ecuador, pero sí una tonalidad de dorado. Algunos están en Costa Rica, Venezuela, Perú y Bolivia.
Publicado originalmente en El Comercio