Los historiadores a menudo han dado por sentado que no tienen que prestar atención a la evolución humana porque el proceso se detuvo en un pasado distante. Dicha suposición se ve cada vez menos segura a la luz de nuevos hallazgos basados en la decodificación del ADN humano.
La gente ha seguido evolucionando desde que dejó su tierra natal ancestral en el noreste de África hace unos 50,000 años, tanto a través del proceso fortuito conocido como desplazamiento genético como a través de la selección natural.
El genoma encierra muchas huellas dactilares en lugares en los que la selección natural ha remodelado la formación humana, según hallazgos de los investigadores, cuando las personas de varios continentes se adaptaron a nuevas enfermedades, climas, dietas y quizás exigencias de comportamiento.
Una característica destacada de muchos de estos cambios es que son locales. Los genes bajo presión selectiva hallados en una población o raza basada en un continente son mayormente diferentes de los que ocurren en otros. Estos genes hasta ahora componen una pequeña fracción de todos los genes humanos.
Un caso notable de selección natural reciente es la aparición de la tolerancia a la lactosa -la capacidad de digerir la lactosa en la adultez- entre personas que fueron pastores de ganado en el norte de Europa hace unos 5,000 años. La lactosa, la encima que digiere el azúcar principal de la leche, usualmente cambia después del destete. Mas, debido al enorme beneficio nutritivo para los pastores de ganado de ser capaces de digerir lactosa en la adultez, un cambio genético que conserva el gen de la lactosa cambiado se difundió a través de la población.
La tolerancia a la lactosa no está confinada a los europeos. El año pasado, Sarah Tishkoff, de la Universidad de Maryland, y sus colegas sometieron a pruebas a 43 grupos étnicos en el Este de África y encontraron 3 mutaciones separadas, todas diferentes de la europea, que mantienen el gen de la lactosa cambiado en la adultez.
Una de las mutaciones, hallada en personas de Kenia y Tanzania, pudo haber aparecido tan recientemente como 3,000 años atrás.
Que la tolerancia a la lactosa haya evolucionado independientemente cuatro veces es un caso de evolución convergente. La selección natural ha usado las diferentes mutaciones disponibles en poblaciones europeas y del este de África para hacer que cada una desarrolle tolerancia a la lactosa. En África, los que portaban la mutación pudieron dejar una prole 10 veces mayor, creando con ello una ventaja selectiva.
Los investigadores que estudian otros genes individuales han hallado pruebas de cambio evolutivo reciente en los genes que transmiten condiciones tales como color de piel, resistencia a la malaria y retención de sal.
Los casos más destacados de evolución humana reciente han aparecido en una nueva clase de estudio, uno en el cual se escanea el genoma en busca de evidencia de presiones selectivas, observando unos cuantos cientos de miles de lugares específicos en los que la variación es común.
El año pasado, Benjamin Voight, Jonathan Pritchard y sus colegas de la Universidad de Chicago examinaron genes bajo selección natural en africanos, europeos y personas del este de Asia. En cada caso, unos 200 genes mostraron señales de selección, pero sin mucho traslapo, lo que insinuaba que la población de cada continente se estaba adaptando a los cambios locales.
Otro estudio, realizado por Scott Williamson, de Cornell University, y sus colegas, publicado en PLOS Genetics este mes, encontró 100 genes bajo selección en chinos, afroamericanos y euroamericanos.
En la mayoría de los casos, se desconoce la fuente de la presión selectiva. Pero muchos genes asociados con la resistencia a la enfermedad se obtienen de las ecografías, lo que confirma que la enfermedad es una poderosa fuerza selectiva. Otra categoría de genes bajo presión selectiva cubre a los que están envueltos en metabolismo, lo que insinúa que las personas estaban respondiendo a cambios en dieta, quizás asociados con el paso de la caza y la recolección a la agricultura.
Varios genes envueltos en la determinación del color de la piel han estado bajo presión selectiva en europeos y personas del este de Asia. Pero el estudio de Pritchard detectó genes del color de la piel sólo en europeos, y Williamson encontró mayormente genes seleccionados en chinos.
La razón de esta diferencia es que el examen estadístico de Pritchard detecta variantes genéticas que han llegado a ser muy comunes en una población pero que todavía no son universales. Mientras que el de Williamson escoge variantes que han llegado a dominar toda una población y son poseídas por casi todos sus integrantes.
Los hallazgos insinúan que los europeos y los habitantes del este de Asia adquirieron su piel pálida a través de diferentes rutas genéticas y, en el caso de los europeos, pudo haber sido tan recientemente como hace alrededor de 7,000 años.
Otro enigma lo presentan los genes seleccionados envueltos en la función cerebral, que ocurren en diferentes poblaciones y que presuntamente podrían ser respuestas a retos de comportamiento encontrados desde que las personas abandonaron su tierra natal ancestral en África.
Pero algunos genes tienen más de una función, y algunos de estos genes relacionados con el cerebro pudieron haber sido seleccionados por otras propiedades.
Publicado originalmente en ENDI (Puerto Rico)