Como salidos de las visiones de un delirium tremens las criaturas del fondo marino nos muestran una gran variedad de formas, colores y comportamientos muy extraños a la flora y fauna cercanas a la superficie.
Estas criaturas soportan presiones extremas, viven en la oscuridad apenas iluminada brevemente por el mortal resplandor de un cilio de un pez depredador y comúnmente se alimentan de organismos extremófilos que jamás han visto el más tenue rayo de sol.
Los microorganismos extremófilos no sintetizan la luz solar sino que utilizan los minerales disueltos en el agua gracias a las chimeneas volcánicas del fondo marino, organismos más grandes se alimentan de ellos y estos a su vez sirven de alimento para extraños peces con linternas bioluminiscentes. Un ecosistema completo que no depende de la luz y el calor solares inaccesibles a profundidades de más de 5 mil metros.
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