La investigación publicada en la revista Nature, sacó a la luz 1.200 metros cuadrados de selva, al hacer nuevas excavaciones en un sitio donde en 1920 se hallaron los más antiguos fósiles de árboles de los que se tenga conocimiento: el árbol de Gilboa.
Así surgió una sorprendente biodiversidad vegetal. El estudio, que encontró las plantas con sus raíces intactas, podría tener importantes implicaciones para interpretar los fósiles de otras selvas antiguas.
A la luz del descubrimiento, subrayaron los paleobotánicos, las primeras selvas eran mucho más complejas de lo imaginado hasta ahora.
Los investigadores consiguieron reconstruir al menos tres grupos de plantas, empezando por árboles de hasta seis metros de altura, que tenían una copa pobre en hojas y con ramas en continua renovación.
También plantas trepadores que podrían haber utilizado a los árboles como soporte, y otros árboles pertenecientes al grupo de las licofitas, uno de los mayores grupos de plantas con vasos para el transporte de agua y nutrientes.
El hallazgo es "el equivalente botánico de las huellas de dinosaurios", comentó William Stein, profesor asociado de Biología en la Binghamton University, parte de la investigación.
"El área ahora descubierta estaba preservada de manera tal que pudimos literalmente caminar entre los árboles, notando de qué tipo era, dónde había estado de pie y hasta qué altura había crecido", agregó.
Los paleobotánicos creen que el sitio, que ahora está unos 200 kilómetros de la costa, era una selva tropical cerca de la orilla del mar.
Toda el área en torno al sudeste de Albany, capital del estado de Nueva York, quedó enmarcado en el mapa de la paleontología desde el siglo XIX, cuando se hallaron las primeras evidencias de un grupo de plantas fosilizadas.
El sitio ahora excavado ofrece una nueva mirada sobre el Devónico Medio, cuando el nacimiento de los árboles reveló grandes cambios en el planeta, incluyendo una baja en los niveles de dióxido de carbono y un posterior enfriamiento.
Noticia publicada en La Tercera (Chile)