Este hallazgo sugiere que aquellos fármacos capaces de potenciar la acción de este gen podrían tener aplicaciones clínicas para tratar los infartos cerebrales, según el director de esta investigación y jefe de grupo de la CIBIR, Alfredo Martínez.
Los científicos han utilizado en esta investigación ratones genéticamente modificados para que carezcan de este gen y los han comparado con ratones normales que sí lo tienen.
A todos ellos, ha subrayado, les han provocado una isquemia experimental y han comprobado que los ratones que tenían este gen sufrieron la mitad de daño cerebral que los que no lo tenían, lo que indica que la adrenomedulina es un factor protector frente al daño causado por el infarto cerebral.
"Hemos aprendido que podemos manipular este gen de la adrenomedulina en el cerebro para lograr que haya mejores recuperaciones en los pacientes que sufran un ictus", ha detallado.
Este equipo de investigación trabaja ahora en el laboratorio con una serie de moléculas que son capaces de activar esta proteína de la adrenomedulina y que podrían tener una práctica en la clínica como un fármaco más.
Ello se prueba ahora en animales y, después, será necesario pasar por las fases preclínica y clínica antes de llegar a su aplicación en pacientes, lo que podría suponer, como mínimo, entre cuatro y cinco años.
Martínez ha reconocido que ahora es un poco "ciencia ficción" hablar de un nuevo fármaco porque primero hay que demostrar que funciona en ratones y luego en pacientes, pero, si ello se produce, los médicos podrían disponer de un nuevo "arma" en su arsenal para, en combinación con otras terapias, ayudar a mejorar la vida de las personas que sufren un ataque de isquemia cerebral.
Los resultados de esta investigación, que se publicarán mañana en la revista "Neuroscience", han permitido identificar los mecanismos moleculares por los que la adrenomedulina ejerce esta acción neuroprotectora.
Noticia publicada en ABC (España)