Los hobbits son los hombres de Flores. Esos homínidos enanos que se cree que vivieron en la misma isla donde se ha descubierto a la supercigüeña. No medían más de un metro de altura y tenían una capacidad craneal de unos 400 centímetros cúbicos, más o menos la de un chimpancé.
Por el momento su existencia no está confirmada ya que solo se han hallado restos de un ejemplar. Dicen los científicos que si existieron los hobbits, probablemente la cigüeña gigante se comería alguno que otro y sobre todo bebés.
La supercigüeña la descubrió la jovencísima paleontóloga Hanneke Meijer, del Museo Nacional de Historia Natural de Leiden (Holanda) y el veterano Rokus Due, del Centro Nacional de Arqueología de Yakarta, en Indonesia.
Era tan grande que no podía volar
En concreto han hallado cuatro huesos, de un mismo ejemplar. Han bautizado a la nueva especie como Leptoptilos robustus. Su aspecto debió muy similar a los marabúes actuales. De hecho, están emparentados. Y por sus dimensiones lo más probable es que no pudiera volar.
La supercigüeña era enorme porque sufrió un fenómeno llamado gigantismo insular. Le sucede a especies que quedan aisladas en un territorio (como una isla) sin depredadores y competidores por la comida.
En esas condiciones tienden a evolucionar aumentando de tamaño. Hay muchos ejemplos, en esta misma isla por ejemplo (en la de Flores) también había ratas gigantes, y en nuestras islas Baleares en el pasado había musarañas enormes.
Las actuales tortugas gigantes de las Galápagos también sufrieron gigantismo. Y en Nueva Zelanda vivía hace miles de años el águila de Haast, que tenía una impresionante envergadura de tres metros.
Noticia publicada en RTVE (España)