Tras la aparición hace unos meses de los restos de fortificación y asentamientos en el barrio de El Castillo de Aspe, junto al río Tarafa y el Puente de “El Baño”, y tras las consiguientes excavaciones arqueológicas y el estudio posterior de los importantes hallazgos que se han venido sucediendo, finalmente se ha concluido que estos restos arqueológicos parecen corresponder con lo que se conoce como el Castillo del Aljau.
El Castillo del Aljau constituiría una de las fortificaciones con las que contaba la pobla de Aspe el Nuevo, emplazamiento ubicado en el llano en la segunda mitad del siglo XIII, una vez se forzó el abandono del Castillo del Río, conocido como Aspe el Viejo. La fortificación, por su parte, habría sido construida en la segunda mitad del siglo XIV, según las conclusiones arqueológicas de la empresa de Arqueología ARPA Patrimonio, por lo que tendría una clara relación con las medidas defensivas tomadas para protegerse de los ataques aragoneses acaecidos en el conflicto entre las Coronas de Castilla y Aragón, conocido como la Guerra de los Dos Pedros.
La gran relevancia y la importancia histórica de este descubrimiento reside tanto en profundizar en el conocimiento de la organización urbana y defensiva de Aspe, de la que hasta la fecha no se poseía ninguna información, como también en el estudio general de las poblas castellanas medievales en nuestra provincia, ya que conocemos mejor los modelos de la Corona de Aragón como Alcoy, Cocentaina, La Vila Joiosa, Denia o la misma Pobla d"Ifach (Calp), pero tenemos muchos menos datos de cómo se comportaba la colonización castellana en esta época.
La envergadura arqueológica viene plasmada en que los restos podrían definirse como una fortificación de planta aragonesa, o sea, cuadrangular con torres en las esquinas, y patio central. El acceso, del que sí quedan restos, parece organizarse con un pasillo en recodo protegido por un borde circular que habilita un corredor que circunda la planta del patio, sin saber donde acaba. Sin ser descubierto el final del sistema, se asemeja al acceso de la domus mayor del Castillo de Castilla, fechado también en la mitad del siglo XIV.
Junto a esta fortificación se conservan los restos de una vivienda con varias estancias donde se ha documentado el hogar y una tinaja encastrada en el pavimento. Pese a que el estado de conservación de estos últimos restos es bajo, se distinguen las estructuras que separan las estancias y la puerta de acceso a la misma. Esta vivienda muestra una cronología algo posterior, centrada en el siglo XV, pudiendo corresponder con un área de arrabal extraurbano, ubicado a la vera del castillo para garantizar su protección.
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