Esta especie de ranas son conocidas por su belleza colorida y porque su piel produce Tetrodotoxinas, una de las sustancias más potenciales en el reino animal y con uso medicinal. Uno de los estudios concluye que estos animales pertenecen a seis especies, cinco de las cuales son descritas como nuevas para la ciencia. La otra investigación, basada en el análisis de muestras de ADN obtenidas hace más de 30 años, revela las relaciones evolutivas entre estas ranas y añade otras especies que quedan a la espera de ser descritas.
Los científicos de la Universidad Católica del Ecuador, Universidad de Kansas y Escuela Politécnica Nacional publicaron los descubrimientos luego de no menos 30 años. Las extinciones de ranas arlequines (y otras ranas y sapos) están fuera de control, situación que empeora por el cambio climático, enfermedades, la destrucción del hábitat y contaminación, según un boletín emitido por la Universidad Católica.
Otro factor que incide en este hecho es la carencia de fondos para investigación y conservación en el país y a la distancia entre la teoría y la práctica en la biología de la conservación. Ecuador es uno de los países con mayor diversidad de anfibios del mundo en relación a su tamaño, con 484 especies y con no menos de 200 por describir.
Los científicos no descartan el redescubrimiento de algunas de las especies posiblemente extintas, pero ahondan esfuerzos en dos tipos de ranas sobrevivientes, aún no descritas, una de las cuales pertenece a la Cordillera del Cóndor y otra a las cercanías de Macas. "Es urgente enfocar esfuerzos de conservación y manejo in situ y ex situ de las poblaciones relictuales, y que se continúe con la búsqueda de otras especies que podrían todavía existir”, dice Juan Manuel Guayasamín, un investigador del equipo de la PUCE.
La existencia de estas especies podría estar en riesgo principalmente por las actividades mineras y agrícolas de los sectores.
Luis Coloma, líder del grupo de investigadores, considera que las acciones en los ámbitos científico, conservacionista y político han fracasado, y están muy lejos de ser exitosas, confiesa Luis Coloma líder del grupo de investigadores.
“La posible extinción de estas ranitas es una bofetada a científicos y conservacionistas; cientos de especies en el mundo han caído en el abismo de la extinción, sin que tengamos la capacidad de responder rápida y proactivamente”, añadió. Para Coloma el tratar de salvar a más de un centenar de especies ecuatorianas de ranas es “una obligación ética”.
Para este efecto, el Centro de Investigación y Conservación de los Anfibios de la PUCE (CICA) lidera la implementación del proyecto “Balsa de los Sapos: Investigación, manejo y conservación de los anfibios ecuatorianos en riesgo de extinción”. A través del informativo de la Universidad Católica del Ecuador se insta al Estado y a la Sociedad Civil apoyar esta iniciativa.
Noticia publicada en El Comercio (Ecuador)