Investigadores del Instituto Tecnológico de California y del University College de Londres encontraron, por primera vez, evidencia de que alteraciones en esta región volverían a las personas más audaces frente a la posibilidad de perder dinero.
La amígdala es una estructura cerebral del tamaño de una almendra, relacionada con la respuesta emocional ante estímulos. "Modula la conducta en base a la información que se ha recabado y a antecedentes de éxito o fracaso en situaciones previas", explica Magda Vercellino, psiquiatra de la Clínica Dávila.
Los científicos seleccionaron a dos pacientes con daño en sus amígdalas cerebrales y 12 pacientes sanos. A cada uno se le entregó 50 dólares en efectivo y se les expuso a 256 juegos de apuestas de dinero con iguales posibilidades de ganar y perder dinero. Las personas con daño en la amígdala fueron más propensas a acceder a las apuestas, que sus contrapartes sanas.
Aversión a las pérdidas
"Los pacientes lesionados mostraron una dramática ausencia de aversión a las pérdidas", indican los investigadores en el estudio publicado en la revista Proceedings of National Academy of Sciences. Con aversión a las pérdidas, los expertos se refieren a aquellas conductas que buscan eludir aquellas opciones que pueden llevar a pérdidas, incluso si implican la posibilidad de iguales o mayores ganancias.
¿Cuál es la relación entre la ausencia de este comportamiento y el daño en la amígdala? Otros estudios han atribuido a este tejido la capacidad de detectar la incertidumbre y la ambigüedad. "La amígdala calcula las señales sobre el potencial de pérdida y las integra con otras informaciones para guiar la conducta de elección", indica la última investigación. Así, el daño en la amígdala reduciría los datos sobre riesgo que reciben otras regiones del cerebro para elaborar decisiones, como, por ejemplo, apostar dinero o no. "Nuestros hallazgos muestran que la amígdala juega un rol necesario en la generación de la aversión a las pérdidas", afirman los expertos.
Según Vercellino, esto se debe a que la amígdala recoge información que determina nuestra autoprotección, primordialmente en áreas relacionadas con la supervivencia. "También puede relacionarse con otro tipo de situaciones calificadas como riesgosas, aunque no sea sólo en términos de riesgo vital", agrega. En esta categoría se encontraría el miedo a perder dinero.
"Una amígdala normal parece hacernos más cautos", acota Ralph Adolphs, uno de los co-autores del estudio. Sin embargo, no hace falta padecer lesiones en esta zona del cerebro para estar más predispuesto a tomar conductas más audaces.
De hecho, la misma investigación sugiere que existen variaciones genéticas que dan como resultado distintos funcionamientos de la amígdala aún entre individuos sin daño en este tejido. Esto explicarían por qué personas sanas tienen menos miedo a perder dinero que otras igualmente saludables.
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