"Los animales desarrollan un reloj que encaja con su medio ambiente y su forma de vida", explicó Karl-Arne Stokkan, de la universidad noruega de Tromsø y coautor de un estudio publicado hoy en la revista Current Biology.
La pérdida del reloj biológico en el reno que vive en el Círculo Polar Ártico ha sido una solución adoptada por esta especie durante su evolución para vivir bajo extremas condiciones, en lugares donde gran parte del año sólo ven el sol o sólo ven la luna.
"Nuestras investigaciones desvelan que la evolución ha acabado por desconectar el mecanismo de reloj celular", explicó en un comunicado Andrew Loudon, de la Universidad de Manchester.
Los ciclos día-noche (con una duración de 24 horas) marcan los ritmos de las hormonas, que son oscilaciones de las variables biológicas generadas en la mayoría de organismos en intervalos regulares de tiempo y observados por algún tipo de variación fisiológica. Los organismos utilizan sus relojes circadianos para controlar su fisiología y comportamiento a lo largo de las 24 horas del día y organizar sus funciones vitales.
"Tales relojes diarios podrían ser un estorbo en contextos donde no es fiable el ciclo de luz y oscuridad durante gran parte del año", indicaron los investigadores. Por ejemplo, el ritmo interno natural de secreción de melatonina, hormona que regula los períodos de sueño y vigilia según el ciclo circadiano de 24 horas, no aparece en renos que habitan en guardia (España) en el Ártico.
"En su lugar, los niveles de hormonas suben y bajan en respuesta directa a la luz y la oscuridad", indicaron en un comunicado los investigadores, que establecieron sus conclusiones tras observar que dos "genes reloj" o indicadores no mostraban cambios cíclicos en los renos como lo hacían en otros animales.
"Nuestros resultados de melatonina confirman que no hay reloj o que éste está desconectado" en los renos árticos, dijo Stokkan. Aunque según los investigadores el hallazgo fue al principio una sorpresa, ahora sospechan que otros animales de Ártico podrían comportarse de manera similar.
La pérdida de ese reloj circadiano "creemos que es una adaptación a las condiciones de luz extremas en latitudes altas que afecta a los genes y, por tanto, requiere muchas generaciones de selección genética para desarrollarse", afirmó Stokkan.
En su opinión, "tales cambios no ocurrirán en un ser humano individual. Sin embargo, eso no significa que el reloj biológico humano no se vea afectado por las condiciones extremas de luz en altas latitudes".
Noticia publicada en La Vanguardia (España)