En los 53 años de actividad espacial, se han colocado más de dos mil toneladas de objetos y, de éstos, se tienen catalogados entre 30 mil y 100 mil piezas de más de un centímetro como chatarra espacial, que son un riesgo para misiones futuras, advierte Juan Antonio Juárez Jiménez, jefe del Departamento de Operación del Planetario Luis Enrique Erro. El especialista del Instituto Politécnico Nacional señala que estos objetos se mueven a velocidades de diez kilómetros por segundo: cinco veces más rápido que una bala al ser disparada.
Juárez Jiménez explicó que las partículas que forman la basura espacial difieren de los meteoritos, no sólo en su composición química, sino también en su movimiento. “Mientras los primeros pasan cerca de la Tierra y posteriormente se alejan, la basura espacial permanece en las órbitas terrestres bajas de manera indefinida y a una distancia de dos mil kilómetros del planeta por efecto de la gravedad”.
Colisiones
El especialista señala que, hasta el momento, no hay evidencia documentada de la falla de una nave espacial por el impacto de desechos espaciales. No obstante, precisa, el 4 de julio de 1981, el satélite Cosmos 1275 se fragmentó en varios pedazos sin motivo aparente y el impacto de alguna pieza de la basura espacial es la causa más probable de su destrucción. En ese sentido, recuerda que estudios de impactos recibidos en algunos satélites, entre ellos el telescopio espacial Hubble, comprueban que los desechos espaciales son más peligrosos que los meteoritos en el espacio cercano a nuestro planeta.
Tan sólo el pasado jueves, se reportó el desplome de un satélite ruso en las inmediaciones de los estados de Hidalgo y Puebla que causó alarma entre los pobladores. Para poner una solución, dijo el politécnico, se ha dado el primer paso: el monitoreo permanente de desechos, usando principalmente radiotelescopios.
Asimismo, indica, que han tomado algunas medidas para evitar la generación de más basura espacial. Una fue realizada en 1982 por la NASA, hacer más riguroso el control de sus combustibles, con el fin de evitar en lo posible explosiones en el espacio. Otra es enviar a órbitas más altas satélites que han dejado de funcionar, para evitar su colisión con otros, agregó.
Una posibilidad a futuro, dice, es que los cohetes lanzadores sean diseñados para que sus etapas se desprendan antes de alcanzar la órbita y que caigan en la Tierra sin generar basura espacial.
Proyectos
Juárez Jiménez cuenta que existen proyectos de la NASA para eliminar objetos grandes de nuestra órbita espacial y, de hecho, los transbordadores demostraron que puede hacerse, pero su costo parece ser demasiado alto. “El problema de cómo deshacerse de los objetos pequeños, muchísimo más numerosos, parece aún más difícil de resolver. Todo indica que por lo pronto tendremos que aprender a guardar nuestra basura en nuestro planeta”, añadió.
Indicó que desde 1957, año en que fue lanzado el satélite Sputnik por la Unión Soviética para realizar estudios astronómicos, se han puesto en órbita cinco mil satélites, de los cuales cuatro mil ya no funcionan y se constituyen como desechos espaciales.
Finalmente, señaló que la probabilidad de que alguna nave choque con un pedazo de basura espacial es baja. Mientras, agrega, las actividades de los astronautas en el espacio son pocas, de manera que la preocupación se centra en el daño que los desechos espaciales pueden ocasionar a misiones como la famosa Estación Espacial Internacional.
Noticia publicada en Crónica (México)