Bastará un pinchazo para introducir un cambio genético que confiera resistencia al agotamiento, logre reducir las grasas y aumente la potencia y masa muscular. Propiedades que otorgarían una gran ventaja en el deporte de alta competición.
La Agencia Mundial Antidopaje lleva años temiendo la aparición de esa forma de dopaje, invisible en los métodos tradicionales de detección. Ahora ese momento está cada vez más cerca. La advertencia llega de tres expertos de la Universidad de California y de la Agencia Mundial Antidopaje en el último número de la revista «Science». En su artículo, manifiestan su temor a que los avances recientes en terapia génica pasen de los experimentos en ratones a utilizarse en deportistas de forma ilícita. Su miedo no es sólo el fraude, sino el riesgo para la salud de quien se exponga a una terapia experimental sin ningún control.
Los avances a los que se refieren Theodore Friedmann, Olivier Rabin y Mark Frankel son técnicas que permiten modificar un gen a capricho -terapia génica- o, al menos, modularlo. Esto último se logra con medicamentos que regulan la expresión de ciertos genes. Esas estrategias están pensados para mejorar la vida de personas con diabetes, obesidad o enfermedades que provocan una grave debilidad muscular.
Los progresos de los investigadores no han pasado desapercibidos en la comunidad científica y tampoco en los buscadores de marcas imbatibles. Hoy ya es posible insertar un gen en un tejido en el que normalmente no se expresa y favorecer la fabricación de una proteína (IGF-1) que conduce a un aumento de masa muscular exagerada. No es sólo una teoría. Se han hecho experimentos en modelos animales con resultados sorprendentes. Los ratones tratados lucen un aspecto más fuerte y mantienen una gran capacidad de resistencia a lo largo de su vida.
«Hay filmaciones espectaculares en las que se ve cómo los ratones corren sin agotarse. Este tratamiento ya se podría aplicar en personas, pero desconocemos los efectos secundarios que tendrían en el organismo humano», explica Jordi Segura, director del Laboratorio de Control Antidopaje del IMIM, el Instituto de Investigación Médica de Barcelona. Este centro es uno de los laboratorios de referencia que hay en España para garantizar el juego limpio.
También es posible mejorar la musculatura y la resistencia por otras vías. Por ejemplo, actuando sobre un receptor protéico (PPAR) que regula la expresión de genes involucrados en el metabolismo de las grasas, la utilización energética y la acción de la insulina. En experimentos con roedores también se ha visto una mejora de su resistencia y un aumento de la producción de fibras musculares.
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