La estrategia hace más difícil a los murciélagos detectar una diana en un principio pero que facilita su seguimiento cuando se ha identificado. Por ello, los autores señalan que centrar un objetivo podría no ser la estrategia óptima para tales criaturas con ecolocación para localizar y seguir objetos.
Los científicos, dirigidos por Yossi Yovel, entrenaron a un grupo de murciélagos de la fruta para aterrizar en un objetivo esférico mientras que se basan exclusivamente en su sónar. Los investigadores registraron los movimientos de los murciélagos con cámaras infrarrojas mientras medían la forma y dirección de los patrones de rayos de su sónar con un dispositivo sensible de 20 micrófonos.
Los autores descubrieron que los murciélagos emitían rayos de sónar a la derecha e izquierda de sus objetivos de manera alterna, dirigiendo el máximo de pendiente, o límite, de su sónar hacia los objetivos. Como resultado de ello, cualquier movimiento del objetivo en relación al murciélago reflejaba que el límite mayor del sónar volvía al murciélago, proporcionando el mayor cambio posible en la intensidad del eco.
Según los investigadores, esta estrategia de utilizar el límite más amplio de sus rayos de sónar sigue una fórmula de optimización matemática que sacrifica una pequeña detección del objetivo para apuntar con exactitud durante el seguimiento.
Los científicos sugieren que este equilibrio es fundamental para que muchos otros organismos identifiquen y sigan estímulos también con el oído, el olfato y la visión.
Noticia publicada en Europa Press (España)