Estas investigaciones revelaron que las personas que ven o piensan en alguien con un buen autocontrol se vuelven más propensas a autocontrolarse. Asimismo, se constató que esto también funciona en sentido contrario: las personas con escaso autocontrol contagian fácilmente a los demás con su actitud.
El efecto contagioso del autocontrol es tan poderoso que, según los científicos, el mero hecho de ver el nombre de una persona con un buen o un escaso autocontrol en una pantalla, durante sólo 10 milisegundos, cambió el comportamiento de los participantes en los estudios.
Buscar relaciones sociales positivas
La directora de la presente investigación, la profesora de psicología de la UGA, Michelle vanDellen, señala que lo más importante de estos resultados es que revela que la elección de influencias sociales positivas puede mejorar nuestro autocontrol y que, a la inversa, cuando mostramos autocontrol podemos ayudar a otras personas a autocontrolarse.
La gente tiende a imitar el comportamiento de aquéllos que le rodean, y se sabe que costumbres como fumar, consumir drogas, e incluso características como la obesidad tienden a expandirse a través de las redes sociales. Sin embargo, el estudio de vanDellen es el primero que demuestra que el autocontrol también es un comportamiento contagioso.
Los científicos afirman que esta capacidad de contagio del autocontrol puede ser aprovechada, por ejemplo, pensando en alguien que tenga un buen autocontrol si queremos que nuestro propio autocontrol se fortalezca para conseguir objetivos económicos, profesionales o de cualquier tipo.
Cinco estudios
Según informa la UGA en un comunicado, el descubrimiento realizado por vanDellen es el resultado de cinco estudios individuales, llevados a cabo durante dos años con Rick Hoyle, especialista de la Universidad de Duke.
En el primer estudio, los investigadores pidieron a 36 voluntarios asignados al azar que pensaran en un amigo que tuviera un buen o un mal autocontrol. Aquéllos que pensaron en el amigo con un buen autocontrol persistieron en una tarea que se les encomendó, comúnmente utilizada para medir el autocontrol, mientras que aquéllos que pensaron en un amigo con un autocontrol bajo desistieron antes en esta misma tarea.
En un segundo estudio, 71 voluntarios miraron en primer lugar a otras personas ejerciendo el autocontrol, en una tarea que consistía en elegir una zanahoria de un plato en lugar de una galleta situada en un plato cercano. Otros voluntarios miraron a personas que se comieron la galleta en lugar de las zanahorias.
En los tests realizados posteriormente para comprobar el autocontrol de ambos grupos de voluntarios, la capacidad de autocontrolarse fue mayor entre los voluntarios del primer grupo.
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