"Como en el caso de un automóvil hay un motor, un embrague y ruedas que proporcionan el rozamiento necesario", explicó en un comunicado Michael Sixt, el director del grupo investigador de bioquímica del Instituto Max Planck en Martinsried, cerca de Munich.
Los glóbulos blancos, llamados también leucocitos o células inmunológicas, son capaces de acceder a los tejidos infectados, reconocer gérmenes patógenos y combatirlos y para ello se mueven hasta 100 veces más rápido que el resto de células corporales.
Al igual que un automóvil debe obtener energía del motor para poder desplazarse, los leucocitos generan energía interna ampliando su esqueleto celular.
Esa energía pasará al resto del cuerpo mediante un ancla especial llamada integrina -glicoproteínas que se encuentran en la superficie celular-, la cual permite la unión de células con la matriz extracelular o con otras células.
Esas conexiones entre la matriz y la integrina equivalen al embrague de un automóvil, y la conexión entre integrina y "el mundo exterior" es comparable a la de las ruedas de un auto con la carretera.
Los investigadores descubrieron también que las células inmunológicas se mueven siempre a la misma velocidad en el cuerpo humano, independientemente del estado del "terreno".
Indicaron que esto se podría deber a la cooperación estrecha entre "neumáticos, motor y embrague", señaló Sixt.
El trabajo fue realizado en colaboración con el Instituto Max Planck para la Investigación del Metal en Stuttgart.
Noticia publicada en Jornada (México)