Hasta ahora, no existía ninguna vacuna eficaz contra la enfermedad y los tratamientos son poco efectivos. Los investigadores han conseguido esta vacuna, que se encuentra todavía en fase de investigación, manipulando genéticamente la Leishmania con técnicas de biología molecular. Así crearon mutantes con una capacidad muy comprometida de desarrollar una infección activa "in vivo" que podría proteger tanto a personas como a perros.
En concreto, han generado una línea de L. infantum que es deficiente en uno de los genes HSP70. La proteína HSP70 protege al parásito del cambio de temperatura asociada a su transmisión, desde la temperatura ambiente en el insecto vector hasta la temperatura corporal, que puede ser de 37 graso o mayor, en estados febriles.
La falta de producción de esta proteína disminuye la capacidad de multiplicación del parásito en animales de experimentación (ratones) y así, los parásitos mutantes son menos virulentos. El parásito modificado genéticamente ha servido para desarrollar una vacuna atenuada que podría ser eficaz para distintos tipos de leishmaniasis.
Según explicó a Europa Press el profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, José María Requena, uno de los autores del descubrimiento, el abordaje que ha permitido hallar esta vacuna “va en la misma dirección de la técnica conocida como leishmanización, empleada en soldados de países como Irán o Israel”.
En concreto, según este investigador, del Centro de Biología Molecular "Severo Ochoa", este método consiste en administrar un parásito atenuado –menos agresivo y con problemas para multiplicarse con temperaturas superiores a 37 grados–, que persistiría en el organismo, manteniendo activa la protección del sistema inmunitario.
“Hasta el momento, se han investigado vacunas basadas en el uso de proteínas recombinantes o parásitos muertos. Este tipo de vacunas no están funcionando y creemos que el problema está en que la memoria inmunológica de estas vacunas es de corto alcance, por lo que su protección va disminuyendo y al final desaparece”, indicó.
“Nuestra vacuna conseguiría una protección de por vida frente a este parásito, como la que se consigue con la inmunización natural, en la que el parásito continúa estando en la persona, a unos niveles bajos que no generan enfermedad, pero que estarían activando continuamente la memmoria biológica del organismo”, anotó.
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