Los investigadores realizaron más de 100 experimentos evolutivos en los que participaban gusanos nematodos ("Caenorhabditis elegans") y descubrieron que la reproducción en solitario aumenta la susceptibilidad de mutaciones genéticas y reduce la adaptabilidad a los cambios ambientales.
La autoreproducción que se produce en el reino animal y vegetal implica que la descendencia tiene los mismos genes que su progenitor y que por si mismos son capaces de dar lugar a otra generación de descendientes. Cuando esta descendencia procede de un cruce entre individuos, los nacidos comparten el 50 por ciento de los genes con sus padres y algunos varones son incapaces de dar lugar a una estirpe.
Las poblaciones que se reproducen de forma individual no incluyen a varones no aptos para la reproducción, lo que les permite aumentar en tamaño el doble de rápido que las poblaciones con reproducción cruzada.
Los investigadores realizaron más de 100 ensayos en los que las poblaciones de nematodos se adaptaban a nuevos ambientes, incluyendo la ausencia de un patógeno bacteriano que se come los huevos desde el interior.
Los científicos crearon gusanos genéticos, que de forma natural combinan la autoreproducción y el cruce, y les forzaron a que se reprodujeran de un modo u otro. Siguieron entonces la evolución de 60 poblaciones diferentes durante 50 generaciones bajo diferentes combinaciones de mutación, sistema de emparejamiento y características genéticas.
Los investigadores descubrieron que las poblaciones que sólo utilizaban la autoreproducción eran mucho más susceptibles a la acumulación de mutaciones dañinas y no se podían adaptar a cambios rápidos en el ambiente. Tradicionalmente se ha pensado que las poblaciones que se autorreproducen son capaces de purgar muchas de estas mutaciones, pero este estudio descubrió que la habilidad para eliminarlas se veía superada por ligeros aumentos en las tasas de mutación. Esto, a su vez, amenaza la supervivencia a largo plazo de los gusanos.
Según explica Levi T. Morran, responsable del estudio, "la incapacidad de las poblaciones que se autorreproducen para adaptarse a condiciones ambientales cambiantes ayuda a explicar la observación de que estas poblaciones son mucho más propensas a extinguirse que las poblaciones de reproducción cruzada".
Los investigadores añaden que aunque los machos podrían ser problemáticos por una variedad de razones, desde un punto de vista evolutivo, sus beneficios superan sus costes, lo que ayuda a explicar por qué tener sexo con otros es la regla en vez de la excepción dentro de las poblaciones naturales.
Noticia publicada en Europa Press (España)