En el último operativo de la Aeronáutica, denominado "Esperanza IV", los integrantes de la comisión de rastreo y sus acompañantes locales, encontraron en una inhóspita zona selvática de Costa Rica, un cementerio indígena que podría tener unos 1.500 años de antigüedad. La patrulla dio con las piezas, algunas de gran tamaño, en la espesura de una zona conocida la cordillera de Talamanca, en el sur de aquel país.
El hallazgo no aporta sosiego a los familiares de los caídos en esa antigua tragedia aérea nacional (el 3 de noviembre próximo se cumplirán 44 años), quienes siguen sin saber qué pasó con sus seres queridos, pero indudablemente tiene trascendencia para el mundo de la ciencia, porque traerá conocimiento sobre los orígenes de primitivas comunidades aborígenes en Centroamérica.
Con informes de un lugareño, la comisión encabezada por el teniente de la Aviación argentina, Mariano Mohaupt, se lanzó tras los restos del enorme cuatrimotor, pero desafortunadamente, al igual que en los otros tres intentos anteriores al mando del oficial Cristian Haller, la tarea culminó con el sabor amargo del fracaso, prolongando el insondable enigma del TC-48, que para algunos deudos quedó sin ser develado, ya que con el paso de los años varios han muerto durante la angustiante la espera.
Lo que sí se encontró, en medio de la selva, fue un gran cementerio indígena. El descubrimiento fue convalidado por dos arqueólogos del Museo Nacional de Costa Rica. Los objetos hallados tendrían una antigüedad de entre 800 y 1.500 años, según los primeros anuncios; ahora vendrá un proceso de estudio minucioso de algunas de esas piezas patrimoniales en el laboratorio.
El avión perdido no da indicios, pero sin embargo apareció un tesoro que no se buscaba.
"Nunca se ha encontrado alguna parte del avión", comentó el oficial Dowal Aguirre, del Servicio de Rescate Aéreo costarricense, que cuatro décadas después del accidente, sin embargo, mantiene en su listado de prioridades a la aeronave argentina, que en los minutos previos a perderse reportó averías en sus motores, tras haber despegado de Panamá en viaje a Estados Unidos.
Pese al fracaso de la última misión, se lanzará otra búsqueda en marzo de 2010, siempre financiada por la Fuerza Aérea Argentina, para tratar de resolver este caso que es único en los anales de la aviación mundial.
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